sábado, 15 de agosto de 2009

DONDE SE HABLA DE MARRANOS,CERDOS,...





























-Collage,subida a la calle del Tablado-

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DONDE SE HABLA DE: MARRANOS, PUERCOS, GURRINOS, CERDOS, COCHINOS,…
Me dice Peromingo que está un poco preocupado que en ese verso de “criando buenos marranos”-de la anterior blog- teme que alguien lo interprete mal. Yo le he dicho que de pequeños si alguien nos preguntaba: ¿Tú qué eres? Al instante contestábamos: ¿yo? albercano. Pero no dábamos tiempo al preguntón a que nos contestara y éramos nosotros lo que apostillábamos: “cochino y marrano”, “para servir a Dios y a usted y si tiene una perrita que me la dé”. La maliciosa pregunta quedaba aclarada y ¡con mucho orgullo, eh! . Porque hay que ver la industria que ha proporcionado ese animalillo aquí en La Alberca. (Mejores que los de Guijuelo sin punto de comparación)
¡Cómo no íbamos a ser cochinos de pequeños si lo que más nos gustaba era jugar a hacer pozas en la tierra con el agua que se salía de las fuentes!
¿Y las nueces? ¡Qué no ensuciaban también las manos!. Cogerlas verdes, clavarlas en un palo y utilizarlas como armas de guerra contra los de otros barrios era juego muy corriente, ahora que limpiar después las manos era terrible
¿Y con las moras qué? Qué estaban riquísimas (se entiende las de las zarzas) las otras ya es problema de inquisiciones y a nosotros no nos atañe eso por ahora. Lavar las manos y la mancha que te caía en la camisa si era tema conflictivo. A algunos niños les tocaba recoger cagajones por los caminos y no tenían tantos problemas de alergias como hay hoy en día. Y las patatas así tratadas eran patatas no estas que compramos que parecen laminillas de plástico.
También te diré que si te picaba una avispa (cosa muy corriente) meábamos en la tierra, hacíamos una bola, la refregábamos en la picada y remedio divino (sin contraindicaciones). La retahíla era bien clara: “sana, sana culito de rana (o receta albercana) si no sanas hoy sanarás mañana”.
Pero lo que más nos encantaba era manipular la pólvora de los cohetes que no explotaban, detrás de una pared o de un portalón prendíamos la mecha y explotaba de tal manera que si había mujeres cerca cosiendo al corro en un rincón se levantaban, cogían un palo y salían tras nosotros: “ya os pillaré “aluego”. Y sobre todo a ti ¡médiquillo armadanza! Y encima mi padre se lo creía. ¿Cómo no se lo iba a creer si le quitaste seis paquetes de caldo de gallina y os lo fumasteis detrás de la Sierra de Calentino? Tu padre te castigó seis días sin salir de casa y encima corrió la voz por el pueblo que te habían colgado del balcón… Sabían mejor que los cigarros de papel de periódico envueltos con hojas secas de nogal, eso lo pueden atestiguar: Kisco Estoque, Juanito, Faustino el de la señora Claudia, Minuto, Gerardo, Benito el Herrero,… ¡Ves como lo de cochino y marrano iba también por vosotros los muchachos! Y por los animalillos que se llevaba el pastor al Cercado. Te acuerdas cuando volvían por la tarde por la Puente ¡cómo corrían! Nos poníamos a torearlos y alguno si podía te lanzaba un “bocao”. Lo que si te digo que para las familias el cerdo era el principal sustento y que había gente que se iba a Madrid a vender jamones, chorizos,…
Y de los otros “marranos”, hablando un poco de historia ¡qué me dices!, se sabe que hubo falsos conversos que así los llamaban, que un pueblo de por aquí se llama Caminomorisco, que hay escudos de la Inquisición,… Pero eso ya es tema de un estudio más profundo.
Peromingo termina saliéndose con una de las suyas:
Mi orgullo es ser albercano/ antes que ser salmantino.
¡Pero cochino y marrano!/ Eso me importa un pepino.
Ya quisiera Salamanca / ser mucho más que La Alberca
Si es carbonerita blanca/ sin “na” de sal, manca y terca.
Primero ya ves La Alberca/ Y después Mi Salamanca.

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