domingo, 6 de marzo de 2011

EL TURRÓN ALBERCANO- UN PRODUCTO EJEMPLAR



Peromingo me lo dice: “Deberías de ser millonario, cuando tanto y tanto escribes y tampoco (más bien nada) compartes”.
Y es que Peromingo sabe que cuando en este país se utiliza el tiempo condicional es en verdad cuando se habla francamente. El escribir y el transformar no da ni siquiera para un paquete de pipas. Eso sí, bien sabe Peromingo que los préstamos que uno tiene que pedir están a la orden del día. El sueldo llega hasta donde llega y de ahí no se puede estirar más. ¡Ojala fuera como este estupendo turrón de La Alberca, que bien saben las “turruneras” que en momentos de crisis se llama de tira- tira, quiere decir de estira y estira y aunque con eso no se saque más, al menos al comprarlo se puede alargar su sabor en la boca y en vez de masticarlo, se chupa más lentamente. El saborcillo entonces, además de ser más duradero en tiempo, es también más confortable en calidad. Bien se merecerían un premio al ingenio estas vendedoras de turrón albercano por su magnífico producto y que no acaban de imitar los señores de gobierno. Pues los sueldos cada vez pierden más calidad y cantidad y en vez de estirarse se encogen.
Te cogen por aquí, por allí, por el otro lado. En fin, te degüellaaan.
En el sueldo y el turrón
Pongo yo la comparanza.
Inigualable lección.
Nunca baja la balanza
Ni aumenta la proporción,
Sí, el sabor y la esperanza.
“Deme un cuartito a la baja
-perdóneme turrunera-
Quise decir de turrón.
Pero ya que eres muy maja
Un kilo mejor quisiera
¡Oiga! me encanta un montón.
¿Qué se estira? ¿Y que se estira?
¿Y que su precio es la monda?.
¿No será la tararira?...
Pues otro kilo me ponga.

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