jueves, 17 de marzo de 2011

¡MUCHO.CARTUCHO.TORO. BAILE. FUEGO!


















¡MUCHO. CARTUCHO.TORO. BAILE .FUEGO!
¿Eres tú, diosa del cohete,
Quien prende la mecha
Del silbante coro de estrellas
Que aviva el fuego del estampido?
¿Así te concibió Julio Romero?
Pura. Encendida. Casta
¡Deja de jugar! ‘¡Basta!
Que te vas a quemar los dedos.
Quieres encender con tu mirada
La fiesta. Y si en verdad lo consigues.
Lanza ese cohete. No esperes.
Que comienza el jolgorio.
Y quizás se acabe con ello, la mentira del silencio.
El cohete en La Alberca es protagonista especial de fiestas, bodas,, celebraciones, acontecimientos. ¡Pobres. Pobrísimos actos que no comiencen con el estampido de una bomba, de un "cubete"!. Bien sabe el tamborilero que para poder él actuar, tiene que esperar primero que alguno de ellos salga rompiendo el cielo.
Es en las ofrendas y en las cuartillas cuando estos artefactos se vuelven locos. Pero locos al máximo, locos de remate. Suenan mejor si explotan en tierra, en la esquina de un portón, a los pies de la moza prometida. Y si hay competencia, dinero y ganas tenemos que acudir ya a los orígenes de la tradición: el correr de la pólvora de los moros.
No se nos olvide de dónde también venimos- El chisquero impulsa al hombre. Mecha con mecha. ¡Fuego. Mucho. Toro. Estampido! Nacimos tirando cohetes, haciendo ruido y cuando no teníamos “monis” los sustituíamos por unas tiras de castaño que sonaban tan fuerte contra las piedras que hasta hacíamos decir a los hombres que se sentaban a descansar en el poyo de la calle ¡Ya huele a toro! Y espantábamos a alguna vieja que se iba rezongando. “Ya os pillaré yo aluego pa que vengáis por aquí asustando al personal”
Y ¡Mucho. Cartucho. Toro. Fuego! Reminiscencias de un pasado que no queremos perder.

No hay comentarios: