domingo, 3 de abril de 2011

SALAMANCA-VECINOS-MOGARRAZ Y EL COCHE DE JOSELE


SALAMANCA-VECINOS- MOGARRAZ Y EL CORREO DE JOSELE
Viendo estas fotos de coches antiguos de Cándido Ansede me llegan a la memoria los coches de línea que tenía El Churrero, y que ya he hablado en otra ocasión. Lo más curioso que el pueblo que más viajeros le proporcionaba que era La Alberca no figuraba en el cartel. Aunque si era agradable este: Salamanca-Vecinos-Mogarraz como el coche correo de Josele que parecía el huracán de la Sierra y que de una forma llana y a vuelapluma, amigo seguidor del blog, te voy a relatar.
A eso de las siete menos cuarto llegaba a nuestro pueblo. Durante un tiempo entraba por La Puente, paraba en La Plaza y salía por la Calle del Tablado. Su conductor habitual, casi cuarenta años, era Victor. El viaje era largo pero interesante. La gente temía la curva del Puente Francia (sobre todo para venir) y se santiguaban porque en un momento hacía tal giro que te veías ya en el cielo de la Peña de Francia; el cruce del Cabaco tampoco era bueno por su poca visibilidad. En Tamames se bajaba Víctor a desayunar y subía una señora a vender churros. Iba parando en caminos de tierra que conducían a pueblos pequeños o ganaderías. En Vecinos, Florencio (hijo del dueño) llevaba el coche y Víctor cobraba a los viajeros. Paraba en el Arrabal lo mismo que el coche de la fotografía. Subía por la Calle San Pablo y acababa su viaje en la cochera de San Isidro. Por la tarde salía a las cinco y realizaba el viaje de vuelta con los pedidos de la farmacia, las películas de cine, las quinielas del Bar de Jacinto,…. Cuando llegaba a La Alberca, todo un gran recibimiento, Manolo cogía otro coche que tenían en el garaje de Don. Isidro. (Curiosa coincidencia San Isidro en Salamanca y Don Isidro en La Alberca). Con el tiempo los coches fueron mejorando, aunque la tardanza del viaje era la misma. Al pasar por Tamames, junto a la fuente de Roldán, Don Isidro nos decía: “son aguas sulforosas”. En La Alberca se hizo la carretera de circunvalación y en la Plaza su parada junto a la esquina de la señora Jacinta ganó en sanidad, porque algunos viajeros que se bajaban por la mañana temprano y hacían “aguas menores” recibieron el consiguiente aviso de salir bautizados y en estos casos siempre le toca a un cura y le tocó. Los viajes a Salamanca a veces (si no se iba por consulta médica) eran muy entretenidos, se fumaba, se charlaba y se contaban anécdotas. Predominaba el albercano que iba de tratos o ventas a la ciudad con su famosa “pelliza” y botos de calidad seguramente hechos por el tío Mauro de Mogarraz, gorra visera y sin faltar el habitual puro que encendía y al poco tiempo se le apagaba. La seguridad del viaje era que Víctor nunca había tenido ningún accidente. Lo demás era cuestión de humor, ganas de llegar y paciencia.
¿Y el correo? ¿Cómo llegaban las cartas y periódicos al pueblo en esta década de los cincuenta? El correo iba en tren desde Salamanca a Fuentes de San Esteban. Allí lo recogía Josele con un renqueante coche de cuatro plazas; llegaba a La Alberca sobre la una de la tarde y sobre las 2:30 volvía de Mogarraz y retornaba con el correo de vuelta a Tamames-Fuentes. Algunas personas, el caso del médico que visitaba de vez en cuando Zarzoso y el Cabaco, le daba tiempo para pasar consulta en esos sitios y volver en el coche de línea. En una ocasión después de visitar a las monjitas de Zarzoso, mientras esperaba junto a la carretera al coche de línea, estaba tan embebido en su lectura que oyó decir que alguien le gritaba:”¡no se mueva!”… “¡no se mueva, Don Luciano!”, menos mal que los toros que pasaron a su lado no quisieron molestarle, pero el sustillo le duró después un buen rato…


No hay comentarios: