ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA
Ya han pasado
unos añitos desde que el señor Gurrepe subiera todos los días al amanecer con
su mulo desde La Alberca a la Peña de Francia; de ello bien lo puede atestiguar
Eusebio.
Después el
encargado de los frailes fue Valentín. Recuerdo la estancia de ellos en la Peña
y del susto que se pegó la señora Jesús al ver luz en la fuente Buitrera y
creer que eran ellos que llegaban encontrándose con la sorpresa muy habitual de
un lobo. Eran tiempos del Padre
Constantito, de las numerosas excursiones de autocares que bajaban por la tarde
a La Alberca. Y cuando la Virgen Morenita se hizo patrona de los toreros. En el
Campo de San Andrés toreaban Jumillano y Victoriano Posada
Dos estudiantes
dominicos hicieron un pasodoble que decía así:”Sobre el campo salamantino/
tierra torera y bravía/ reinas Tú. Madre de Dios/ morena de serranía”. Y ante
el pórtico de la Iglesia bailaban los jóvenes albercanos sus jotas y danzas.
Subíamos en burro con Don Isidro desde la Alberca y alguna vez dormimos en la
Hospedería. Por aquel entonces eran jóvenes estudiantes para dominicos Pablo
Puerto que en paz descanse y que siempre tengo en mi memoria, Cosme y José
Antonio Hoyos. La Peña de Francia era el lugar predilecto que a todos nos
gustaría tener para preparar unas oposiciones, igual que hiciera en sus retiros
de paz y espiritualidad Don Miguel de Unamuno.
Hoy los tiempos
han cambiado, ya dicen que no funciona el repetidor de Tv, la carretera se
deteriora y los frailes se han marchado. Mejor dicho queda uno el Padre Ángel
Pérez. Es un salmantino de setenta y cinco años que lleva allí 13 años de guardián del Santuario.
Se pasa todo el día ocupado, se hace la comida, atiende a los peregrinos, reza,
estudia y publica sus Hojitas. Cuando la nieve le retiene y no puede salir coge
su ordenador y se asoma al exterior. Esperemos que alguna vez haya visitado La
Alberca en sus Tradiciones. En sus días de Tabor, de tranquilidad, tiene la
suerte de poder tocar el cielo con sus manos. Pero cuando las tormentas se
acercan desde Portugal y deja de ver la Sierra de la Estrella son lo que él dice
sus días de Sinaí, de fuertes tormentas o espesas nieblas; pero el Padre Ángel
manifiesta “sabemos que no estamos solos, el gran acompañante de nuestra vida
es Jesús”. Con este poema bien quisiéramos manifestar sus sentimientos de vida
allí en lo alto del risco a modo de
vuelo de pájaro.
A mis soledades
voy/De mis soledades vengo.
Aunque te digo y sostengo/ sólo, sólo, nunca estoy
Que con Jesús me
mantengo.
¡Gracias mi Peña
de Francia!/ A ti te doy lo que tengo.
Me complace aquí
la estancia/
Rezo, estudio,
me entretengo.
Cuando la mañana
es bella/ y el cielo azul todo acerca
Mi gran dicha es
contemplar: / Batuecas, Béjar, La
Alberca,…
Y allá lejos…¡Si
es el mar! /y la sierra de la Estrella.
Entre riscos y canchales
/ De un lado a otro voy contigo
Encinas y
robledales / Tamames, Ciudad Rodrigo,…
Y a un dedo
de la mano/ del campo Charro y la Sierra
Linares,
Sotoserrano,../ ¡Cuántas sorpresas que encierra!
Todo desde aquí
divino/ ¡Y con enorme fragancia!
Que es mi campo
salmantino/Desde la Peña de Francia.
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