jueves, 8 de diciembre de 2011



ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA
Ya han pasado unos añitos desde que el señor Gurrepe subiera todos los días al amanecer con su mulo desde La Alberca a la Peña de Francia; de ello bien lo puede atestiguar Eusebio.
Después el encargado de los frailes fue Valentín. Recuerdo la estancia de ellos en la Peña y del susto que se pegó la señora Jesús al ver luz en la fuente Buitrera y creer que eran ellos que llegaban encontrándose con la sorpresa muy habitual de un  lobo. Eran tiempos del Padre Constantito, de las numerosas excursiones de autocares que bajaban por la tarde a La Alberca. Y cuando la Virgen Morenita se hizo patrona de los toreros. En el Campo de San Andrés toreaban Jumillano y Victoriano Posada
Dos estudiantes dominicos hicieron un pasodoble que decía así:”Sobre el campo salamantino/ tierra torera y bravía/ reinas Tú. Madre de Dios/ morena de serranía”. Y ante el pórtico de la Iglesia bailaban los jóvenes albercanos sus jotas y danzas. Subíamos en burro con Don Isidro desde la Alberca y alguna vez dormimos en la Hospedería. Por aquel entonces eran jóvenes estudiantes para dominicos Pablo Puerto que en paz descanse y que siempre tengo en mi memoria, Cosme y José Antonio Hoyos. La Peña de Francia era el lugar predilecto que a todos nos gustaría tener para preparar unas oposiciones, igual que hiciera en sus retiros de paz y espiritualidad Don Miguel de Unamuno.
Hoy los tiempos han cambiado, ya dicen que no funciona el repetidor de Tv, la carretera se deteriora y los frailes se han marchado. Mejor dicho queda uno el Padre Ángel Pérez. Es un salmantino de setenta y cinco años que  lleva allí 13 años de guardián del Santuario. Se pasa todo el día ocupado, se hace la comida, atiende a los peregrinos, reza, estudia y publica sus Hojitas. Cuando la nieve le retiene y no puede salir coge su ordenador y se asoma al exterior. Esperemos que alguna vez haya visitado La Alberca en sus Tradiciones. En sus días de Tabor, de tranquilidad, tiene la suerte de poder tocar el cielo con sus manos. Pero cuando las tormentas se acercan desde Portugal y deja de ver la Sierra de la Estrella son lo que él dice sus días de Sinaí, de fuertes tormentas o espesas nieblas; pero el Padre Ángel manifiesta “sabemos que no estamos solos, el gran acompañante de nuestra vida es Jesús”. Con este poema bien quisiéramos manifestar sus sentimientos de vida allí en lo alto del  risco a modo de vuelo de pájaro.
A mis soledades voy/De mis soledades vengo.
Aunque  te digo y  sostengo/ sólo, sólo, nunca estoy
Que con Jesús me mantengo.
¡Gracias mi Peña de Francia!/ A ti  te doy lo que tengo.
Me complace aquí la estancia/
Rezo, estudio, me entretengo.
Cuando la mañana es bella/ y el cielo azul todo acerca
Mi gran dicha es contemplar: / Batuecas, Béjar,  La Alberca,…
Y allá lejos…¡Si es el mar! /y la sierra de la Estrella.
Entre riscos y canchales / De un lado a otro  voy contigo
Encinas y robledales / Tamames, Ciudad Rodrigo,…
Y a un dedo de  la mano/ del campo Charro y la Sierra
Linares, Sotoserrano,../ ¡Cuántas sorpresas que encierra!
Todo desde aquí divino/ ¡Y con enorme fragancia!
Que es mi campo salmantino/Desde la Peña de Francia.









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