lunes, 20 de febrero de 2012

LAS COMUNICACIONES -DÉCADA/60 - I -

LAS COMUNICACIONES -DÉCADA/ 60 -I-
 Las comunicaciones en la década de los sesenta en La Alberca eran las de un pueblo bastante avanzado y puesto al día.
CORREOS
 El coche de Josele partía de Tamames y traía la correspondencia a La Alberca. Solía llegar sobre las trece horas. Dejaba el correo al cartero que por aquel entonces y durante bastantes años fue Juan Serrano. Juan vivía en la esquina del Tornero, recogía la correspondencia, la clasificaba, sellaba y repartía. En días de mucho trabajo, su mujer Pura iba por una zona del pueblo, y por otra Juan. El servicio lo hacían estupendamente. Sellos había en el estanco de Lucio (que estaba encima del comercio de la Pilata). Y también, después en el de Domingo Mecu, en la calle de la Puente. El coche correo regresaba de Mogarraz sobre las cuatro y se llevaba de nuevo la correspondencia y algún viajero a Tamames.
TELÉFONOS
La centralita de teléfonos estaba junto a la posada de Belisario. La llevaba Luisa. Me encantaba ver con la desenvoltura que hacía su trabajo. Dándole a la manivela, metiendo las clavijas.”¡Pues no hay comunicación! La línea está ocupada. Habrá que esperar”. A Luisa la veías por las calles corriendo:”¡Oye, dile a tu padre que venga a las siete al teléfono! En su casa siempre había gente y ella iba y venía; subía y bajaba las escaleras con el mayor esmero del mundo para atender bien su trabajo.
TELÉGRAFOS
La oficina de telégrafos estaba en la Plaza. Las telegrafistas eran las hermanas Roncero (con su peculiar apodo, propio de todos los pueblos). Era curioso ver el aparatito, mirándolo a través de una ventanita, pues estaba separado del público. Por lo general en aquella época los telegramas eran poco agradables. El texto tenía que ser pequeñito pues se pagaba por el número de palabras. El cableado era curioso con postes de madera y tacita de porcelana. Si te ponías debajo de un poste se escuchaba un curioso chisporroteo. Los cables de la luz eran mejores e iban a la casilla transformador que estaba junto a la casa de don Bartolomé. ¡Mira eso! ¿Qué es? unas calaveras para que no toques…Pues vámonos…
EL ALGUACIL
Las noticas y órdenes del Ayuntamiento corrían a cargo del alguacil. Tenía su trompetilla que tocaba y daba en cada esquina del pueblo su correspondiente comunicación.. “Se avisa a los vecinos que el que riegue con la pesquera(…) se presente por la mañana a las ocho, bajo la multa de (…) “Se recuerda a los vecinos que está prohibido el que anden las gallinas por la calle” “Y mañana, a la diez se recuerda que llega el “capaó”. El señor Domingo, tenía el aspecto de todo un gran señor pregonero de una serie televisiva. Cacherina era todo nervios de un lado para otro y finalmente Alejandro conocía el oficio con gran maestría.
EL COCHE DE LÍNEA
La empresa era del Churrero; el conductor Victor todo parsimonia y buen hacer. Los coches salían de la cochera de san Isidro (junto a la Clerecía en Salamanca). Estaban rotulados: Salamanca- Vecinos- Mogarraz. Su hora de salida era a las cinco de la tarde y llegaban a La Alberca sobre las siete. De aquí partía otro coche que iba a Herguijuela. Por la mañana sobre las siete menos cuarto llegaban de nuevo, había que cogerlos junto al salón de Calentino y llegaba a Salamanca sobre las nueve. Lo más curioso es que en Tamames desayunaba el conductor y subía una mujer a vender churros

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