jueves, 10 de octubre de 2013

UN BANDO DE LOS SETENTA Y OTRO DE LOS DOS MIL





















UN BANDO DE LOS SETENTA Y OTRO DE LOS DOS MIL
 Que nos perdone el pregonero más actual, le falta un poquito de tonillo albercano. Pronuncia muy bien, se le entiende perfectamente.
 Pero le falta, también el bullicio que tenían entonces las calles.

 El gritar y correr de los niños, los ruidos de los animales, las vacas, las gallinas, los perros, las cabras, Parece como si el reloj de la torre y las campanas se han dormido, reina el silencio de la ciudad.

Sin embargo el bando de Alejandro es la naturalidad de la vida de aquel entonces. Lo que nos extraña es que la Alberca teniendo médico, maestros, boticario, cura, sacristán, alguacil, veterinario,.. y que sin embargo no tuviera “castradó” y para capar los cerdos hubiera que entrevistarse con Mateo Sanz.

A los niños jugando seguro que no haría falta que llegara nadie de fuera y ¡pobrecito quién no entrara en el juego y fuera a su casa diciendo que le iban a hacer lo que él iba a hacer otro día a sus amigos! Lo primero que le iban a decir es ¡a ver si no eres lelo! y aprendes a defenderte ¡eh!

 ¡Ah! las vecinas siempre se asomaron a la “ventanina” a enterarse de lo que se cuenta por la calle. Lo del “capaó” o castrador –que hay que ser fino-, ya traería alguna bromita por la calle...¡tiempos aquellos...!

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