Los
carpinteros y artesanos de la madera se distinguieron por su facilidad de
enlazar los peldaños con el descansillo primero, dejando el espacio suficiente
para poder subir o bajar de la forma más adecuada unas de uno en uno y otras más amplias y agarrados a la corredera de soga o de
fuerte palo. En algunas viviendas los escalones estaban tan desgastados e
inclinados que cuando bajabas si no los
conocías recibías las consabidas advertencias: “hijo baja con cuidadito,
despacio y agárrate bien”. Esta lección no era precisa para los niños que
bajaban por los estrechos escalones de
dos en dos y volaban por sus atrevidos
espacios. En algunas de nuestras fotos sacadas unas de casa de Pilar y otras de
Mari Puerto, podemos ver en estas últimas algunas de forma de caracol vistas
desde arriba que unían unas viviendas con otras. Por lo general la escalera
principal de la casa es totalmente recta, vista desde arriba hacia abajo o a la
inversa, con el consiguiente descansillo que accede a la primera planta.
Las
escaleras que en el interior suben a los “sobraos” son más estrechas y de
espacios más abiertos por debajo.
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