jueves, 6 de marzo de 2014

LOS PINTORES Y LA ALBERCA / BONIFACIO LÁZARO
























LOS PINTORES Y LA ALBERCA
      - BONIFACIO LÁZARO-
Muchos han sido los pintores que han pasado por La Alberca en la década de los  setenta, las anteriores y muchos más  en los tiempos actuales.
Hoy no habría sitio para seguir recopilando firmas en la famosa columna de su Plaza Mayor.
Se sembraron inquietudes y el escenario aunque con el paso del tiempo ha cambiado,  sigue siendo único.
Por aquella época mi padre, al que  un entusiasta de la medicina  como era Ángel María de Lera  llamaba “el amigo de los artistas”, decía a sus amistades “si vas a La Alberca, no dejes de visitar a  Barcala”. Y allí le tenías paseando por el pueblo con Camilo José Cela, Armando López Salinas, Antonio Ferres, Alfonso Groso, Ramón de Garciasol,...
Iniciando a escritores por los caminos de la Literatura o sobre un libro sobre  La Alberca. Como interesándose de la pintura que hacía Ismael Blat, Pastor Calpena, Álvarez del Manzano, Antonio Moragón, Bonifacio Lázaro,..
Sin olvidar su faceta de artículos y colaboraciones en Profesión Médica y otras revistas de medicina que tan bien recoge y menciona Ángel María de Lera en su libro “Por los caminos de la medicina rural”.
De Bonifacio Lázaro conservo este artículo que  publicó en un importante periódico de aquellos años y que ocupaba una  página completa.  Creo que  es interesante que se dé a conocer, sobre todo existiendo en La Alberca un auténtico ambiente de inquietudes artísticas propiciadas por los Encuentros de pintores, algunos tan importantes como Manuel Rejano, Francisco Valencia, Ricardo de Arce, Galdona, Javier del Valle, Luis M.G. Pena, Agustín Casillas, José Luis Bernal –que además es natural del pueblo-. Y muchos más, que  deberíamos mencionar y valorar.
Hay que destacar también la labor que está haciendo  esa Asociación de Pintores que realiza  cursos de Acuarela en verano, “Pintura al Natural” por los acuarelistas Ricardo de Arce y Javier del Valle y que creo que ya van camino de su décimo curso.

La Alberca tiene muchos motivos, rincones, calles, plazas, costumbres,...  por descubrir y saborear,  y se presta voluntaria para posar mientras el reloj de la torre deja caer lentamente el toque de sus campanadas; suena la campanilla de Ánimas; se oye un ¡Ay, Dios mío! de detrás de un viejo portón y una chavalilla quinceañera pone una colgadura más antigua que el sol, en el centenario corredor que hace esquina a uno de los salientes de su Plaza Mayor.

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