sábado, 1 de noviembre de 2014

UN TIEMPO PARA LA MEDITACIÓN


















UN TIEMPO PARA LA MEDITACIÓN
Se acaba octubre. Un tiempo sin palabras o empleadas las justas para los momentos más oportunos. Y se aproxima con días veraniegos noviembre. Atrás quedaron  tormentas de vientos y  de aguas.  Esperamos que llegue por fin el frío propio de esta época.
Un tiempo para la meditación. Para asar castañas en la lumbre de suelo y sentir como saltan los calboches despojándose de su cáscara. Exquisitos manjares que con una pinta de aguardiente y en campechana  mesa de  cortinal, animan las tertulias del otoño.
La luz del farol trae el recuerdo de los que se fueron y reanima a vivir entre nosotros su vida eterna con la oración.
Lloverá de nuevo  y se empapará  la hojarasca del campo; algunas nueces y castañas  permanecerán ocultas entre la misma hasta que las descubra el cerdo o el jabalí.
“Quién no entiende de setas, que no se meta, que no se meta” dice nuestro particular refranero. Y más aún, así de sencillo:”Sombrero y anillos, y estamos mentando los cogolmillos”.
Sale el sol: Veranillo de San Martín. Y yo no sé de cuantos santos más, pues se alarga demasiado. El fuerte calor desprende lánguidas cortinillas del vapor  de los tejados y de las maderas de castaño de los viejos caserones.
El paisaje cambia y gana en multitud de colores que contrastan con el azul, siempre vivo y puro del faldón de la Peña de Francia.
En los balcones o corredores, de cara al sol, no faltan las mantas extendidas  de  fréjoles, aquí frejones. Y en plazas, esquinas o  rincones se forma el amigable grupo  de quienes los van pelando poco a poco, en animada y confortable charla.
De las avispas no te fies que aunque andan a lo suyo si pueden picar, pican.
La campana de la torre deja caer  todos los atardeceres sus lentos  y debilitados toques invitando a las gentes al rezo de las oraciones, del rosario, de las plegarias de las horas, de las ánimas del purgatorio,…
Es un tiempo de recuerdos, de profundos sentimientos, de meditación. Y nos vienen a la memoria aquellos continuos toques de campanas del día de todos los Santos.
Federico Muelas que estuvo y conoció La Alberca cuando el Congreso de los Poetas nos habla que haría falta una Agrupación de Amigos de las campanas. “De esas voces limpias y cantarinas que resumían mejor que pudiera hacerlo la frase o el color, el verdadero carácter del lugar”

Familiaricémonos con sus toques, diferentes tañidos, dobles, dobles tañidos, repiques, repiqueteos, voleos, balanceos para que expresen con sus sonidos exactamente el mensaje que debían transmitir y que anuncian bodas, fiestas, bautizos, oficios religiosos, funerales, fuego en los campos, etc…Unidos también a los tiempos de meditación, reunión  y recuerdo en La Alberca no pueden faltar  los guisos de carne asada y si cae alguna pinta ¡qué le vas a hacer!...el muerto al…y el vivo al jolgorio.









































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