lunes, 30 de marzo de 2015

EN TIEMPOS DE SEMANA SANTA- DANDO LA MATRACA-
















 EN TIEMPOS DE SEMANA SANTA
-DANDO LA MATRACA-
A los niños de todas las épocas les encanta dar la matraca; si no, no serían niños. ¿Qué le pregunten a un chavalillo de hoy si él comprende que viendo el hornazo no lo puede empezar a comer hasta el día que la familia lo tenga destinado? Mientras tanto tendrá que DAR LA MATRACA y eso es lógico. Y si alguien quiere que comprenda eso de bulas, abstinencias y ayunos seguro que esas enseñanzas irán al fracaso.
Ayer, había que representar los tormentos y dolores que sufría Jesucriso y como las campanas a veces son muy alegres y cantarinas, no valía que se las forrara el badajo. Entonces a alguien se le ocurrió la idea que en época de Semana Santa se colocara en lo alto de la torre un artilugio a modo de dos planchas de madera con unos badajos de modo que sonara cuando se diera vueltas con una manivela. Se acababa de inventar la Matraca.
Los albercanos también tuvimos nuestra propia Matraca (hoy desconozco su existencia). Entonces, cuando el Solano se llenaba de gente, esperando la entrada en la iglesia como las campanas estaban de luto y la traviesa campanina tenía la boca tapada con un esparadrapo. El toque de entrada se hacía con una voz grave a modo de huesos que chocan unos con otros ¡La Matraca!
-¡Quisca!- se decía en voz baja- que ya ha tocado la matraca y el niño como se trataba de hacer ruido ronco, profundo y suave cogía “la carraca” que le había hecho su padre que era un palo de madera que daba vueltas a una pequeña caja con una de sus maderas sueltas.
 Goyo Mañanita, fue un carpintero excelente y sus hijos los propagandistas de unas matracas que todos los niños de aquella época envidiábamos por lo bien que estaban hechas; aunque las nuestras siendo peores daban más la matraca y si abusabas de ellas te podía caer un buen coski…¡Todas las cosas en su justa medida!
Pero si no podías cantar y con la matraca en vez de animar dabas la lata, la niñez estaba deseando que llegara la Resurrección. Y así el domingo te podía caer un buen “cacho de hornazo”, recibías la donación monetaria llamada “el pendón” y con ello podías comprarle a Sergio un cucurucho de chochos ( sí, chochos hablando en claro, aquí se llamaban así a los altramuces).
Pero hay que tener paciencia que el jueves va salir Juítas.
Tristes días de Semana Santa. ¿Tristes? Con lo simpáticos que eran los pegotes en una cabeza recién peinada…¿Ves? ¡Otro coski!
 Eran épocas alegres y tristes, de matracas y de ver como las serranitas que habían ido contigo a la escuela empezaban a hacerse mujeres tan bellas como las campaninas que alegraban sus prados primaverales.
En la puerta del señor Cacharro, Fausti, Quisco, Juanito, Minuto, Gerardo,…y el que escribe nos hemos puesto a cantar eso de: “Dale de betún, dale de betún, a las botas/ dale de betún, dale de betún, que las tengo rotas. Se han enterado al instante las vecinas y lo primero que han dicho: ¡Cómo les gusta dar la matraca! Sabiendo que en Semana Santa no se puede cantar… ¿Enterados?....Sí, mande… Pues ¡Chitón!






























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