domingo, 19 de diciembre de 2010

EN RECUERDO DE PABLO PUERTO


EN RECUERDO DE PABLO PUERTO
En pocas fotos, que sean tan significativas como esta, puede verse la agradable sonrisa de Pablo en sus años de juventud. Acompaña en primera fila la procesión a la Virgen de la Asunción y sonríe “las relaciones” que echa el fervoroso y gran recitador Manolín.
Pablo sentía una especial predilección por su pueblo y se interesaba por la marcha y evolución del mismo. Era un profundo devoto de la Virgen de la Peña de Francia. Bastaba asomarse al balcón de la terraza de su casa de La Alberca y tenías enfrente la magnífica montaña, la misteriosa imagen de la Virgen se extendía en un halo de paz por todos los tejados rojizos de la sierra. Pablo sonreía las subidas y bajadas que hacía por aquel entonces la Virgen de la Peña por los pueblos de su entorno, admiraba el continuo entregarse a ello del Padre Constantino.
Y con Pablo sonreíamos cuando había que cortar helechos en su huerto de la “Mataricho” y cuando el burrito que tenían nos tiraba orejas abajo a Cosme, a él, a Faustino y a mi. Igual que cuando íbamos a coger escorpiones a la dehesa, a bañarnos a la Cuna, a desafiar a Pachuco para conocer su puntería con una piedra sobre los cuernos de las vacas y también cuando visitábamos el Monasterio de las Batuecas y nos quedábamos dormidos en la Fuente de las Conferencias mientras nuestro padrino hablaba con el Padre Félix o el Padre Tarsicio. Pablo sonreía y se lo pasaba bien con nosotros. Su mirada expandía paz, tranquilidad y le gustaba repasar con nosotros la historia:¡Esto es un auténtico dolmen! Y todos tan contentos.
Un día decidió llevar sus hábitos blancos de dominico en su interior, vestirse de paisano y tratar con las dificultades que ofrece el mundo y se marchó a la Felguera. Allí, daba clase, trataba con mineros y con gente sencilla y conducía con gran entusiasmo la furgoneta del pan. Pero su misión estaba llamada para algo más lejano y marchó a Santo Domingo. Nosotros no comprendíamos siendo de una familia acomodada que podría haber vivido en La Alberca con gran holgura que dejara todo y se fuera a esa difícil misión. Nada mejor que esta carta que nos dirige en 1978 para ver el duro camino que había emprendido De ella entresacamos los siguientes párrafos: “La idea que tenemos en España sobre América creo que no responde a lo que en realidad es esto. Es un tercer mundo con todo el subdesarrollo consiguiente” (…) “Quitando la capital Santo Domingo que es una maravilla colonial y moderna el campo vive en peores condiciones que las Hurdes clásicas” “Casas campesinas de madera o de enramada con el tejado de hoja de palmera, como en tiempos de Colón” “Encontrar niños desnudos por el campo con barriga de lombrices, es corriente”. Y nos habla de la realidad humana, de la explotación, de la isla que es una maravilla, de la primera catedral de América de 1518 y de la primera universidad de 1538 fundada por los dominicos.
La Provincia del Seybo (Diócesis de Altagracia, parroquia de Santa Cruz) que es donde él estaba nos cuenta “ está en manos de una compañía Norteamericana, 40.000 cabezas de ganado vacuno e inmensidades de caña de azúcar; tiene su policía propia, si se te ocurre saltar la alambrada puedes encontrarte con dos balazos. El resto lo tienen cuatro terratenientes con el mismo sistema, revólver al cinto Al lado 50.000 campesinos metidos en las zonas de montaña pasando hambre” “Los cuatro dominicos que estamos en todo esto estamos declarados “personas no gratas”. A los otros tres este verano quisieron expulsarlos con intervención en el Senado y apareció aquí una manifestación de miles de campesinos apoyándolos y declarándolos” personas gratísimas. Seguimos en la lucha por los desheredados de la tierra. Cada poco tenemos un lío”.
Pablo tuvo la desgracia de tener dificultades en el habla, su vida debió de ser durísima hasta que su corazón no pudo y tuvo que venirse a España. Pasaba temporadas en La Alberca, sus hermanas Mari y Trini le cuidaban al máximo Por las calles de Salamanca, nos decía nuestro amigo Pedro Becerro, Pablo caminaba despacio y seguía sonriendo. En su escrito “La mejor película”, allá por 1995, Pablo dice: “De todos los estilos el gitano también tiene su…”empaque”- dijo contrariando a Manolo. Tienen también arte que tú sólo lo ves en esas piedras tan lindas y limpiecitas de la torre de la catedral.¡Piedras!, ¡piedras!, ¡monumentos muertos (…); aquí también hay historia, pero viva y de hoy, no de la muerta de hace siglos” En este diciembre de 2010 su corazón no pudo más. Sin embargo su alegre sonrisa de gran comunicador con Dios no nos ha abandonado y él sigue con todos nosotros. Pablo descansa en paz.