POR LAS CALLES DE LA ALBERCA
LOS POYOS DE LAS
PUERTAS DE LAS CASAS
REFERENTES DEL PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
“Y cerrando los
ojos veo las negras calles de La Alberca, los balconajes de madera, los aleros
voladizos de sus casas, las mujeres sentadas en el umbral de las puertas (…)-
Don Miguel de Unamuno-
Los poyos de
piedra (algunos son auténticas lanchas de granito) de las casas de las plazas y
calles de La Alberca, deberían de ser reconocidos o inscritos como especiales referentes del Patrimonio de la Humanidad,
con el fin de conservar y dar a conocer
sitios que merecen la pena de preservar por su importancia natural o
cultural, excepcional para la herencia común de la Humanidad.
Hasta aquí lo
teórico, ahora viene lo práctico y emocional.
“Los poyetes”
van unidos a sus correspondientes edificios desde la época de su construcción.
Salir a la puerta de la casa y sobre todo en verano en los atardeceres, daban
lugar a una tertulia espontánea con los vecinos, sobre todo cuando no había
televisión ni aire acondicionado.
No es una
costumbre exclusiva de La Alberca también de otros pueblos cercanos de la
sierra; aunque ya en retroceso. Salir al fresco es patrimonio de todos, pero en
La Alberca no se precisaba sacar las sillas, estos asientos de piedra naturales son orgullo de
sus vecinos.
En estos
momentos multitud de ritos, fiestas, costumbres y saberes deben de estar en camino de ser reconocidos. Los procesos suelen
ser largos, pero eso no es motivo para que se pueda hacer la solicitud
correspondiente. Todavía queda algún rincón o lugar donde corre el aire
fresquito y que alguna vecina tiene que salir y animar a las demás: ¡Que ya es
hora de “arrecogerse…!”.” No seas “arrezungona” y asiéntate” “¡Anda tú, si aquí
nos conocemos todos y también nos criticamos!” Los poyetes con su regusto
africano son más entretenidos que las redes sociales Y llegan a ser
el “facebook”de la vecindad, el “baja
la voz”-que siempre hay marineros al pesqui. El “tuiter tú” se tiene muy en
cuenta, como alguien no baje, se va y se portea la puerta no siendo que estén
algo maluchos y haya que echarles una
mano.
Luego por la
mañana se pasará la “regaera” para que por la tarde estén más fresquitos”¡Que
Dios os lo pague y todo sea por la “vecindá”!Por cierto aunque seamos sólo cuatro,
mañana hay que ir a la novena! Y “aluego” al tiempo que pasan los rezos de
la “campanina” a sentarse un ratito al
poyo; -¡Vale! hasta la cena…Yo como siga esta “caló” vuelvo a bajar… que aquí
se ahorra la luz…¡¡Cómo lo sabes!!-
Rara es la
vivienda que no dispone de un poyete o de varios adaptados a los espacios de la
fachada. En determinados momentos son de uso común, en atardeceres; también hay
tiempos que se respeta el uso de los inquilinos de la vivienda. Haciendo, su
buen servicio a las personas pequeñas cuando tienen que subirse para montarse
en mulos o caballerías.
En la actualidad hay algunos rincones o
refugios del viento que agrada sentarse “para ver pasar la gente” costumbre muy
barata y socializada. Quienes los suele despejar inmediatamente son los
atrevidos y maleducados móviles del turista que los ve tan admirados que si
pueden se sientan. Sigue siendo el mejor método de reserva el jarrito de agua
que sobra de regar las macetas de los balcones.
En la Plaza
Mayor hay poyos para todos los gustos, estaturas o escondidos miradores Suelen ser
de restos de grandes rocas, granito y de
uso común, a veces con el debido respeto o distancia. ¡Cuántas historias de
vidas, acontecimientos o secretos de vida guardan en momentos determinados! En
el lugar llamado el Cemento se separan las viviendas, bajos de las tabernas o
bares por poyos de especial categoría, largos con apoyos de pared y distancia
de los pies al suelo a elegir. Hay algunas viviendas que hermanan los escalones
de piedra con “el poyo” aledaño que permite a las personas hábiles a realizar
malabarismos de equilibrio. Para ciertos juegos de mesa son muy útiles,
poniéndose ante ellos con las rodillas al suelo ,o auxiliándose de unos tajos
de la cocina; poyo y tajo, cuadran.