LAS PROCESIONES
ALBERCANAS
Dicen que
“hay gente de fuera” que no entienden
esas costumbres de las procesiones, de “airear a los santos”. Mientras, unos
hablan, otros rezan y otros callan. “El callarse es concentración”, un mensaje
sin palabras.
Devoción.
Promesas. Y turnos de llevar “Los Pasos” que a pocos les gusta ceder .Pero “hay
que repartirse las cargas”
La mejor
explicación nos la da ese devoto que con su hacha o velón - de paso que se
preocupa de que no se le apague porque
su ilusión es “transmitir luz”- con su mirada silenciosa y explicativa nos
confiesa su socorrido refrán: “La procesión, las verdaderas procesiones de la
vida se llevan por dentro” Y se calla.
Meditemos
ese refrán mientras las radios y prensas
periodísticas nos transmiten hoy continuamente tantos “desequilibrios mentales”
de jóvenes o mayores. El señor de velón nos dice: “La mejor terapia es una
buena procesión”.
Hay procesiones de silencio y recogimiento, otras son de transmisión de alegría con tamboril y cohetes, toques de campanas, cánticos y adornos e indumentarias a la vieja usanza que se sacan de las arcas para animarnos con costumbres y tradiciones. ¡Mezclémonos con el pueblo, cada uno con su aspecto, gracia, sonrisa y arte, que los danzarines también transmiten ánimo y terapia audiovisual!
-ISIDRO BARCALA—