-Este juego era el Roba-terrenos muy practicado en nuestro pueblo, se juagaba con un clavo-
LOS NIÑOS DE LA
CALLE
Decimos que no
se ven niños en nuestras calles. Y siendo sinceros, lo que no se ven son
personas mayores –Se las llevó, en parte, la televisión-
En nuestro
pueblo dejaron de sentarse en los poyetes de las puertas de sus casas.
Si no hay personas
mayores. ¿Cómo va a haber niños? –También se los está “tragando la escuela”
antes de su verdadero tiempo
Los niños que
jugábamos en las calles, era porque en nuestras casas no había espacios suficientes
para estar “aguantándonos”, allí metidos, siendo profesionales de dar “la lata”
como se es en esas edades.
Yo tenía amigos
que es sus casas podían estar en buenos cortinales, solanas,…Y sobre todo las
cuadras con zambulerios o espacios limpios para poder estar mejor que en la
calle.
Nosotros corríamos
por la calle, nos subíamos a los poyetes, nos metíamos por las escaleras de las
casas, puertas, rincones, - no teníamos “disneis”, ni nos hacía falta-.Pero sí,
los chicos “del Tablao”, la sierra del señor Calentino –:Tirso, Pingüi, José,
Telesforo,..Eran nuestros maestros que nos descubrieron la electricidad, para
que no les cogiéramos la carretilla de serrín.-Tengo que decir que había un
tremendo socavón en la carretera antes de llegar al Río de San Antonio, había
que bajar por una escalera de tierra a la fuente del Tablado, que estaba abajo
del todo.
¡El pueblo de La
Alberca nos tiene que agradecer a los niños del Tablado que rellenamos el
profundo hueco con serrín de la sierra!- ¡La cantidad de árboles que se
serraron…por aquel entonces!
Como muchas personas
tenían la costumbre de bajar a sentarse junto a la gran pared del Huerto del
señor Güina por allí estábamos los muchachos con la mayor libertad. El peligro
estaba cuando el señor Alejo, subido en su caballo llegaba con la Teti -perro
especializado en quitarnos los pantalones- Nos teníamos que subir al cerezo del
señor Güina –de mejores cerezas que los pasteles de Tamames-
Entre las
personas mayores que se sentaban por allí al sol y nos ojeaban continuamente o
que estaban en las puertas de sus casas viéndonos, recordamos: el señor Manoli,
la señora Ángela, la señora Jesús, la señora Claudia, con Clemente; la Inés, la
Maína y su madre, la Dolores, Socorro,
Dorita, Tomasa, la Catri, la Aurelia, … No hacía falta que estuvieran nuestros
padres pues esas personas y algunas más que se me olvidan en este momento,
cuidaban a todos por igual. Éramos los niños de La calle del Tablado. En La
Alberca había muchos más grupos, de calles, de plazas, de rincones.
Y por la noche
salíamos cantando por las calles cogidos del hombro, hasta que caíamos en la
puerta de casa muertos de sueño.
Un amigo que me
acaba de leer me cuenta en” tetrástrofo monorrítmico”.
Jugábamos en la
calle/ Entre personas mayores / Nadie decía:¡Que te calles!/ Los gritos eran
temores// ¡Qué te pillo! ¡Que te agarro!...
¡”Tapáile”, bien.
¡Hasta veinte! / Que no oiga, vea, ni sienta,…¡Qué cuente más…! Ya no sé / “Pos
empezáij ya, otra ve”….
El Kiko está
tras la puerta / La Jovani en una esquina / Y de frío medio muerta / Que se
sube a su cocina/ Y que alguien la ha tocao./ El sopapo que le ha dao / Y el empujón a una
esquina / Medio tonto le ha dejao.
¡Que se vaya p´a
Zarzoso! / Y a él, le veo en Linares / Eso sí mú bien mellao”
-Hasta aquí lo
que yo te he dicho y después me han contado-