miércoles, 13 de noviembre de 2013

EL CAMINO DE LA CORREDERA





















EL CAMINO DE LA CORREDERA
Los caminos dibujan líneas y rectas y son huellas del tiempo; pisadas de piedras y polvo, sentimientos.
De los muchos caminos que hay en La Alberca, este de la Corredera que parte justo al lado de la Ermita de San Antonio hasta ir perdiendo el trazado o algún regato que lo atraviese, y llegar allá a la profundidad del Hoyo, es uno de los que más me agrada por lo transitable que es.
El primer tramo, el trozo paralelo que quiere competir con la que fue polvorienta carretera que  va a Salamanca, es un trazado cómodo formado a base de huellas y pisadas limpias.
Está limitado por unas paredes de piedra que te pueden llegar a lo alto de la rodilla o alzándose un poco más no te impiden ver los contornos o alrededores, cuadrados de huertos familiares.
Según pasas notas si la familia está en el pueblo o son demasiado mayores, para no poderles ir a dar una vuelta; hojas recientes en el suelo o de más tiempo; castaños, pequeñas nogales, manzanos, perales, cerezos, guindos,...
¡Mira en ese huerto hay un burro!, nada más  verte  se acerca, mueve la cola y se va.
Oteando el paisaje, según te mueves o te dejan ver algunos árboles, se ve la proximidad de algunas casas del pueblo. Se escucha el reloj de la torre, el toque de las campanas o si es día de fiesta el estampido de los cohetes. La Peña del Huevo contornea el alto horizonte que destaca la singular forma de la Peña de Francia.
La mayor tristeza la produce ese castaño, huesudo y seco que se llevó “la tinta”.
¿No recuerdas la gran cantidad de hojas que tenía? Y la gran cantidad de castañas que regalaba al camino o  a la carretera...Ese huerto era...si digo la Carambanera ¿estoy metiendo la pata?...Pues mira, déjalo.
En unos años perdió todas sus hojas, su último brote y rebrote; no pudo sobrevivir y  ahí está como un armazón que no vale ni siquiera para poste de la luz. Los pintores le miran al pasar. Los poetas esperan que cambie el cielo, el amanecer, el medio día, la nube tormentosa,... Es en la noche cuando la luna banquea aún más lo blanquecino que tiene su cuerpo para que el pensamiento ponga alas a la imaginación. Y si ves que pasa una bruja o te asusta una lechuza el pueblo está ya a cuatro pasos.
Pero es un niño cuando pasa al lado de la Ermita de San Antonio, sin  que nadie le vea, el que aprovecha el momento para tirarle una piedra, su amigo otra y luego él otra,...
“¡Ten “cuidao” a ver si  hay alguien por ahí escondío”! Y se echan los dos a correr, esperando a ver si un fuerte  temporal lo cae al suelo y tienen un estupendo escondite para sus juegos o un grandioso caballo de madera para poner alas a su imaginación.
Mañana aunque llueva, nieve o haga frío, volveremos a pasar por este camino de la Corredera  tan a mano y acogedor porque es un excelente paseo para todos los tiempos.
¿Y si viene una vaca, un perro o una moto? Difícil es, pero si así fuera, te subes a una pared y te echas a reír  un rato...












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