EL JUEGO DE LOS CANALONES
¿Tú no sabías que a nuestro pueblo por
la década de los cincuenta llamaban el orinal del cielo? Y encima con guasa te
decían:¡Ay que ver las ganas que tenían de mear los angelitos !Ya se estaban
aguantando demasiado…
Y nosotros que éramos por entonces unos
angelitos nos lo creíamos, porque el mear debería ser también cosa divina. Lo
mismo que humana ya que los niños cuando íbamos por los caminos nos hacíamos la
siguiente apuesta. ¡A ver quien mea más lejos! Y empezaban las competiciones
con los consiguientes empujones y bromas del momento entorno al tamaño, la
longitud y la distancia. ¡Cosas de niños!
No recuerdo haberme llevado ningún
trofeo quizás porque los cólicos nefríticos que me dieron ya siendo adulto
soltaron piedras y carretas.
Pero aquí queda esta reflexión otoñal de
lluvias, canalones, angelitos y consiguientes apuestas.
REMEDIOS NATURALES:
Las peras de agua otoñales- con tantas lluvias- siempre fueron en La Alberca
una delicia. Sin embargo, por esta época apenas asoma el sol, las fuentes y los
rincones se ven invadidos por unos desagradables acompañantes, son las avispas.
Y lo peor que te topes con un avispero. Como había a quienes les gustaba
también molestarlas, se ponían pesadas y ¡zas! el aguijón.
El mejor remedio para las picaduras lo conocían
los niños, meas en el suelo, haces una pelotita con la tierra y la plantas
donde te picó ( a ser posible). Aunque la existencia del amoniaco la
desconocíamos, la pinchada del insecto traidor se mitigaba.
(Si te pica un avispón / y no tienes botiquín / mezcla un poquito de
orín/ con tierra. Y no habrá hinchazón)
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