HISTORIAS, ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES
CONTADAS A VUELAPLUMA:
Cuando la
escuelita estuviera en el edificio de arriba, el techado este, les vendría de
maravilla a los niños; en sus tiempos de recreo, días de frío y lluvia.
Este lugar
también sirvió de muestra, en tiempos más lejanos y en una de sus vigas del
techado, para exponer las pesas y medidas que deberían adaptarse al mercado.
Los domingos
de fuertes vientos de lluvia y frío,
sirvió de refugio en determinados momentos para los bailes festivos de
tamboril. Hasta que Julián adaptó el lugar de arriba para salón de baile con un organillo de
época y que nosotros llegamos a conocer.
Pero Julián dejo
el bar y el local de baile y se fue a Madrid.
Fue entonces
cuando Gabi con barra de bebidas a la izquierda y moderno tocadiscos para
aquella época, hizo su famoso salón de baile. Subían solteras y casadas para
ver
con quien
bailaban sus hijas. Alguien se llevó alguna regañina de los presentes.
-“¡Gabi, tres
tintos; uno con casera, otro solo y el tercero con agua de setz! Ponnos también
unos cacahuetes, nada de jamón eh! Y haber si en el pikú pones algo de los Bravos,Luis
Aguilé, los Brincos, Paul Anka,… que entre Manolo Escobar, Molina, Farina, la
Perlita de Huelva y la Niña de los
Peines,… nos llevas dando la tarde…-“Gabi sonreía… Bueno, haber si sube ahora
ella que yo tengo mucha barra,…-
Con los años
cerró Gabi, llegó la emigración y hoy ya nuevas costumbres: las terrazas.
Marcial,
Jacinto,el Calé, el Porru, la Flora y el N´ay club de Marcos, marcaron una época
aquí y en los alrededores.
Pero El Cemento
sigue estando en la memoria de los niños de aquella década de los cincuenta, jugabamos al “píón”,
a correr el aro, a tirar la perra chica,… Y a las cartas en los poyetes, cuando
había sitio y no te veía “la autoridá” porque esos juegos estaban prohibidos,
como cantar “la pelona sin pelo”.
En la esquina de
la parte de abajo, antes de poner su bar Marcial en ese local estuvo la oficina de Telégráfos, las hermanas
Roncero manejaban con soltura aquellas maquinitas del tic-tac. Los telegramas
eran medios de comunicación muy importantes.
¡Hombre también lo
eran, los corretajes que hacía Jesús Perrerías, pero no tenían oficina, aunque se
llenara el Cemento de castañas y la operación compra-venta- transportes no se
sabe como quedaría…
Yo no sé por qué
el Cemento, siempre fue más propio de los chicos, sobre todo en los
atardeceres; los empujones en los poyetes, la zancadilla y otras cosas, daban
lugar a que las tabas y la comba se fueran a otros soportales. Mientras que la
chirumba y la maroma fueran más del centro de la plaza.
Las columnas del
Cemento fueron y hoy aún es un buen lugar para la charla e incluso a veces para
“mirar sin que te vean”. Tuvo fama una de sus columnas por las firmas de
algunos pintores que quisieron dejar allí su recuerdo.
“¡Tenei”,
cuidado no veis que viene el cura con la vespa!, ves “pa que piden…”
“El otro día, el
Cemento estaba lleno de cables, cajas,..” “Ah, mira ese camión pone Estudios Chamartín..”
“Sí, dicen que van a rodar Marcelino, pan y vino, con “Pabrito”
Calvo” También
por aquí anduvo Francisco Rabal y en una de sus correrías nocturnas que venía
de Salamanca estuvo expuesto a bronca y empujones.
No sucedió lo
mismo con Pepe Orjas, famoso cineasta, que disfrutaba como pocos de sus
partidas de dominó.
Hoy el Cemento
está vacío, pensativo, las terrazas dejan poco espacio para pasar; los
jornaleros ya no vienen para que se les contrate, esperan que nieve y este es
un buen lugar de paso y de poder pasar el rato y sobre todo para recordar por
parte de aquellas personas que han estado tantos años lejos del pueblo y les gusta contar sus experiencias de chicos, de jóvenes y ahora de mayores.
“¡Bueno jugamos
un rato a los patacones…! “Vale, te los cambio por euritos”