Había leído hace ya algunos años. Caminando por las Hurdes lo escribieron Antonio Ferres y Armando López Salinas en 1958. Un libro de viajes que seguía la senda recorrida años atras, en el mismo siglo XX, por viajeros tan ilustres como Maurice Legendre, Gregorio Marañón, Miguel de Unamuno o Luis Buñuel.
El reciente fallecimiento de Antonio Ferres me invitó a brindarle mi homenaje póstumo releyendo sus relatos. Pero agotada la última edición (solo existían dos ejemplares disponibles, uno en Colombia y otro en Bolivia, me dijeron).
Armando López Salinas (1925–2014), y Antonio Ferres (1924-2020), ambos madrileños, formaron parte de la Generación de los 50, junto a Juan García Hortelano, Alfonso Grosso, Rafael Sánchez Ferlosio, Ignacio Aldecoa o Jesús López Pacheco. Y muy cerca de poetas como Ángel González, Félix Grande o Carlos Barral.
Armando y Antonio sobrevivieron en un exilio, iniciado pocos años después de caminar por Las Hurdes. López Salinas trabajó en la emisora Radio España Independiente y llegó a ser miembro del comité central del Partido Comunista. Finalizada la dictadura ejerció como director de El Mundo Obrero. Ferres se exilió en Francia y, luego, en México y Estados Unidos.
Ambos comenzaron escribiendo relatos y recibiendo premios. Su obra novelística estuvo vinculada al realismo español. La trayectoria de López Salinas se vinculó más estrechamente a la política mientras que la de Ferres reafirmó su vocación literaria con una obra amplia y reconocida.
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