COLECCIONISTAS
DE BANALIDADES
Hoy
vemos en las grandes ciudades y en los pequeños pueblos modernizados, como los
barrenderos en unas bolsas grandes –y para colmo negras- se llevan de calles y
jardines las primeras y continuas hojas caídas
de los árboles.
-¿Qué
hacéis con esas bolsas?- les preguntamos
-Todo
esto… va para la basura.
¡Ay!,¡ Si a las hojas no se las llevase el viento! Con la gran cantidad de defecaciones
de perros y gatos que hay por los suelos…
Pero
las hojas no están exclusivamente para eso. Porque cuando ellas se juntan y
forman un montón. Los primeros que se asustan de los remolinos de viento y su
continuo vaivén son ellos. A los gatos y a los perros no les gustan las hojas;
no tienen humor no siendo sus crías, a quienes
les divierte jugar con ellas.
A
los niños sí, les encanta tirarlas por el aire, desparramarlas por el suelo,…Y también,
ver como se enfadan las niñas cuando les caen sobre la cabeza.
Pero
a quienes más le gustan las hojas es a los coleccionistas de banalidades.
La
diferencia entre un turista –generalmente ave de paso- y una persona que acude
continuamente a un determinado lugar se nota en el detenimiento que tiene de
las pequeñas cosas que puede tener a su alcance. Y he aquí como las hojas, las
palomas voladoras y mensajeras del árbol –castaño, nogal, manzano roble,…-
transmiten ese algo propio de cada zona que siempre se lleva dentro.
FOTOS
X-¡Anda
tú! Pero si eso es un trozo de helecho... “Pa” la “Mataricho” hay mucho ¡eh!
X-
Las hojas de castaño son excelentes para coronar una cabeza de campeón, con
unos
palitos
las vas uniendo unas con otras.
X-
Mira eso…¡si es un trocito de brezo! A
las abejas les encantan sus flores.
X-
Esta señora, que era una guapa albercana como puedes ver, hacía “escobas de
"Cosquillinas” para sacar unas perrillas.
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