HOJAS CAÍDAS DE ÁRBOL
Este
montoncito de hojas abandonado en un camino nos trae a
la memoria aquellas cargas de hojas de castaño o de nogal que se traían del
campo al pueblo para recubrir el suelo de cuadras y establos donde moraban
burros, cabras, vacas, mulos,… y contribuían a formar el necesario estiércol
que necesitaban sus pedregosos campos, tan necesitados de materia orgánica.
Había
quienes, aprovechando la gran cantidad de animales que pasaban delante de sus
casas, extendían momentáneamente hoja, que después introducían al interior de
la cuadra.
Así
se formaba el estiércol que en La Alberca se llamaba vicio. Y cuando llegaba la
época de abonar los campos, se transportaba de nuevo para extenderlo después en los huertos,
huertas o paredones empobrecidos.
¡Y
qué ricas –pese a lo mal que pagaban al agricultor- estaban las patatas
albercanas!
La
hoja caída del árbol había contribuido para que se realizara este proceso de la
mejor forma natural posible. Y si se dice del cerdo se aprovecha hasta su
sonrisa, del castaño y del nogal la hoja caída ha servido, además de excelente
lugar de reposo para los animales; para limpiar
sus campos de malezas- en un tiempo que estaban permitidos y controlados los
fuegos- se evitaba que el hielo dañara a
sus árboles; las cuadras tuvieran malos olores, cubriendo el suelo de la calle
para determinadas faenas, ...
Y
trovando nos dice Peromingo:
Hojas caídas del árbol
Juguetes
del viento son.
¡Y
cuántas veces! Remedios.
De
excelente condición.
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