NUESTRAS MÁS SENTIDAS VIVENCIAS- I I-
SEPTIEMBRE EN FLOR, OCTUBRE AMARILLENTO
Y LA CALBOCHÁ
-¡Ay qué septiembre más triste,
Más bobalicón y lánguido!
Y
octubre que llega igual
¿No te llamarás tú…?, ¿Cándido?
Ya que estás llegando en ristre.
¡Sal, de tu sueño otoñal!
Mitad de septiembre, mitad de octubre:
castañas, nueces, manzanas, peras… Amarillentísima estampa otoñal. No quisiera
ser pintor y traicionar al óleo o a la acuarela sin saber salir de su paleta de
colores.. Ni tampoco poeta, que no sepa elegir la palabra más adecuada, la
frase más sugestiva, la metáfora o la figura estilística y retórica precisa.
Prefiero ser hombre llano de los campos
de Castilla que entiende y comprende a sus gentes, Que escribe como realmente
es y que si no se le escapa alguna falta de ortografía es gracias a este
corrector de faltas que de vez en cuando nos saca de un apuro.
Y sobre todo que trato de vivir, sentir
y compartir sus vivencias que un día: la vida del pueblo, fueron.
Van quedando atrás, estos alegres días
del celebrar y sentir del setenta y cinco aniversario y vuelve la vida misma,
el hacer diario de este compromiso que tenemos con la tradición. Y el castaño,
este fiel amigo de toda la Sierra de Francia –San Martín del Castañar, la Virgen
del Castañar, “Mira y ¡anda!” del castañar, nos va a marcar con la recogida de
su fruto una fiesta momentánea en torno a su esplendorosa llegada.
LA CALBOCHÁ
Una “calbochá” se hace / con seis
personas.
Unas pisan los oricios
Y recogen las castañas.
Otras hacen la fogata
Y a la lumbre meten caña.
Y otras con más beneficios
Esperan bajen las llamas
Y arriman el calbochero.
Ya me olvidaba
De los que atizan la lumbre
Que son los más frioleros
Y tocando están las palmas.
Quieren comer los primeros
Porque tienen pesadumbres.
Y
les dicen: ¡Tened calma!
Si “espotricáis” os quemáis
Y os vais a manchar los dedos.
Ha llegado una pintita
De aguardiente. ¿No cantáis?
Pues dadle a esa coplita
Mientras alegres brindáis
Calboches con vuestra gente.
Una fiesta se hace
-Ya lo decía Machado-
Con tres personas.
Una baila, otra canta.
-Y el caldito
siempre al lado-
Ya me olvidaba
de
los que dicen ¡olé!
Y tocan las palmas.
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