ESPACIOS DE NAVIDAD –I-
La Alberca es un pueblo que tiene la
suerte de poder vestirse de Navidad en muchos de sus inviernos. Y en ese día,
en algunos años o luce el sol inmensamente luminoso y de azul cielo o puede que
caiga una copiosa nevada que ponga en apuros el habitual recorrido que tiene
que hacer la mujer de las Ánimas.
Cuando nieva, el pueblo parece candarse en
San Antonio; allí al pie de la ermita terminan sus dominios. Si viene el aire
de la Peña del Huevo ya te puedes abrigar bien y si tienes un buen pasamontañas
puedes ir hasta el Prado de la Carrera en cuatro pasos no más.
Las calles hoy son menos peligrosas que
aquellos años que apenas pasaban dos lustros de su declaración monumental,
tenían grandes desigualdades en el empedrado.
El hacer un buen calbochero si se
dispone de lumbre de suelo o si tiene sitio en el cortinal es una costumbre
agradable y tradicional, sobre todo si va acompañada de una copita de
aguardiente.
¡A cuántas personas ha alegrado y
mantenido en pie este sacratísimo licor! Con más grados que el coñac y más puro
y saludable que cualquier tipo de alcohol para curar las heridas. Han sido
muchos los mayores y aún se les oye decir,
si no fuera por la copita de aguardiente de por la mañana estaría arruinado de
cuerpo y ánima. Dios bien sabe lo que puso en esta bebida y quitó en los
célebres cuarterones y” liaos”, para honrarle con la monumental denominación de
potingue salvavidas.
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