RECUENTOS Y MEMORIAS EN TIEMPOS DE LA
CASTAÑERA
-Salíamos con una cestilla a recorrer
los caminos, al tiempo que “descampaba”.
Volvíamos a casa con diez o doce castañas, unas tantas nueces y cuatro
manzanas del huerto del padrino que llamaban La Chocia. Pero las más ricas y
llamativas eran las de los caminos, no tenían dueño y te daba pena verlas caídas
en el suelo.
El frío, acercándose noviembre era ya
intenso; de modo que se te “engarañaban” las manos.
En casa ya, la lumbre de suelo las
calentaba en un momento y hoy en recuerdo de aquel calorcillo te llegan estas
historias a la memoria de aquel alejado
y cercano tiempo de los “cogolmillos”, la castañera y calboches en lo alto de
la torre, mientras languidecían lentamente los toques de las campanas en días
de difuntos y de todos los Santos.
¡Qué peligroso es el tajo de tres patas
si no bebes con cautela la copilla de aguardiente que te acompaña y anima tan sugestiva conversación otoñal; el brasero,
la lumbre de suelo, la “catalítica” o “la que nunca baja de hoy”, vienen al
calorcillo de la frente como anillo al dedo del recuento y la memoria.
Sigue la historia. Y que luego no digan
que ¡qué pronto olvidamos lo nuestro! Y de siempre de nuestro pueblo.
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