ESPACIOS
CON FUTURO
-VIVIR EN UN PUEBLO- LA SEÑORA LAUREANA
Es
vivir entre personas, verlas, oírlas, tratarlas, escucharlas, valorarlas. Ese
es el mejor encanto de la vida de pueblo.
Hay
un refrán que dice: “¡Es más de pueblo que las gallinas!”. Me lo aplico con
mucha honra. Lo que sucede es que hoy ya no se ven en las calles ni una sola
gallina. Molestaban a los nuevos señoritos de hoy, los señoritos de pantalón
vaquero cuando se metían entre las ruedas de sus “haigas”-patinetes-.
Las
gallinas ya no se ven pero que no nos falten los huevos, las alitas de pollo,…Y
que no nos llamen “gallinas” (¡que salta la vena serrana!)
A
mí no me gusta que me digan “eres más rotondo que el humo de esos destartalados
autobuses que contaminan todo”.
Pues
bien yo soy de esos que añoro mi vida de pueblo, aunque viva en otro pueblo de
más de cien mil habitantes, como es Jerez de la Frontera.
Dicen
las voces literarias a mi oído:
Dichoso
aquel pueblerino / Que ve la Peña del Huevo.
Que
raja de su vecino /Cuando ve en él algo
nuevo:
La ropa de los domingos
Y si me apuras discurro /Que no ha cambiado de
burro.
Y
algo más –me pringo- /Que guarda aún su viejo trillo
Aunque
vaya, lo distingo: / Con su tractor amarillo.
Mientras
yo con mi gorrillo
Oigo
decir Don Isidro
Y yo le digo a él: ¡Paquillo!
TIRAR PARA CASA
Lo
siento. Pero a veces no hay más remedio. Si llegas a La Alberca, la primera calle
a la derecha cuando entras por la Calle del Tablado, lleva el nombre de mi
padre. Las buenas gentes de allí le pusieron su nombre porque más de cuarenta
años le veían que salía a hacer su consulta, recorriendo a pie todo el pueblo,
vecino a vecino y casa por casa. Pues bien, en lo alto de la calle, enfrente de
su placa hay una casa de las más pintorescas del pueblo. Con sus escalinatas de
piedra, típico soportal y rincón. Allí vivía la señora Laureana -1- que supo llevar
con admirable entrega su vida familiar, bien lo saben los de por allí. Su
aspecto y porte albercano, pendientes, sayas, peinado, merecía la pena
ser recogido por un cuidadoso apunte pictórico que le realizo mi hermana María José. Lo traigo aquí porque a la señora Laureana le encantaba que se hubiera fijado en ella para que María José pudiera tenerla en su colección pictórica de mujeres albercanas. Como Sorolla y otros buenos pintores hicieron en su tiempo con una generación tan destacada de modos y formas de vestir en La Alberca.
P.D-Por un despiste mental cambié su nombre, era Laureana, aunque mis paisanos en plan familiar la llamaban "LAURIANA"
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