martes, 8 de febrero de 2022



















LA RADIO DE LOS CINCUENTA

Recuerdo aquel aparato de radio, el mismo que ves en esta reproducción, que necesitaba una antena exterior. Un cable que iba casi hasta la casa de la señora Jesús. De día se escuchaba mal, por las cercanías de las sierras circundantes y también los ruidos que producía la sierra del  señor Manuel Calentino que nos comía aquella  débil potencia de 125. ¡Que se ha cortado el plomo! Y había que sacarlo y ponerle un hilillo para que no saltara.

Ya no se escucha Adelita del Campo en radio París, ni la Pirenáica (Radio España Independiente).

-¡Isi, ponla más bajo! Que molesta a las vecinas.Y además esa emisora…

En el pueblo había dos o tres aparatos, recuerdo el de Alejo Calentino y de don Isidro. Al atardecer algunas vecinas subían a nuestra casa. Sentaros les decía mi padre, mientras escuchábamos los discos dedicados de Radio Andorra, los comentarios y la magia de aquel aparato nos hacía sonreír. Cuando se iba la voz había que coger la antena con la mano. Doña Concha Piquer, Juanito Valderrama, Manolo Caracol, La Niña de la Puebla, Pepe Pinto,..Sobre todo aquella de “Maria Manuela, me escuchas. Yo de vestidos no entiendo,/ pero me gusta / ese que te estás poniendo/(…)

A veces la Maina, nos hacía sonreír y decía ¡Mucho,cartucho!... Dorita era más señorita y más baja de  emociones.

El corro era animado y pasábamos un buen rato. Yo era jovencito y la verdad que me encantaba el ambiente. La radio fue algo de brujerías porque esa voz y ese cante de discos solicitados, animaba hasta el martillo del señor Antolín que se escuchaba ya más bajo.

Un poco más tarde nos visitaba la señora Matilde, con su mantón negro para el frío. Escuchábamos la radio. Mientras comíamos “castañas pilongas”¡Qué castañas pilongas más deliciosas! Ni los churros de la Perdía o  los dulces de la Mogarrala podían compararse.

Cuando llegaban las cabras y tocaba la campanina de las Ánimas, las vecinas se despedían y agradecían el buen rato pasado.


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