jueves, 25 de diciembre de 2014

LAS ILUSIONES EN UNA NOCHE DE MISA DEL GALLO



























LAS ILUSIONES EN UNA NOCHE DE MISA DEL GALLO
Habíamos ido a la Misa del Gallo y nada más salir a la puerta de la iglesia, la luz hizo un extraño guiño.
“Ya verás- decía la Juani-como se vaya, mi madre me mata-“
-Pero ¿Cómo te va a matar- contestó Ana. ¿Es que tú acaso tienes poderes para apagar la luz?
-Sí, pero…quienes salieron de la iglesia sin esperarse a besar el Niño, seguro que ya están en su casa.
-Tú también no te has quedado “envaía”, es que se formó una cola con mucha gente.
-¿Ves? Ya se fue- pues yo me voy a esperar un rato a ver que pasa. Si se va en el camino es que me muero…
La alegría en el Solano fue inmensa y el coro de silbidos, cuqueos y voces se extendió por toda la plaza. Hubo quien hasta tiró un “cubete”.
Las dos amigas en la mismísima barandilla de la escalinata no se atrevían a moverse, al lado tenían a sus amigos acompañantes encendiendo los mercheros de vez en cuando. Ellas no dejaban de quejarse.
-Te digo yo…
-Me dices tú. Pues sabes, lo mejor es que nos esperemos.
Don Saturnino había salido a la puerta de la iglesia a poner orden y tocando una campanilla y con una vela de la sacristía que lo único que hacía era alumbrar su cara pues a los alrededores ni siquiera llegaba. Decía en voz alta:
“Vosotras si hay algún “espabilao” que quiere ser demasiado galante ¡A manozato limpio¡Eh!...
La Juani-decía a su amiga “Yo de aquí no me muevo, mi madre va a coger el farol y seguro que va a venir a buscarme”.
Los chavales estaban de acuerdo que antes que pasara más tiempo lo mejor era salir dando la vuelta alrededor de la iglesia, agarrados a la pared. El camino era más largo pero más seguro decían ellos, por eso de los tropezones…
Los silbidos, aplausos y cuqueos no cesaban. Había quien prefería un buen manotazo antes que viniera la luz.
De todas maneras las dos muchachas vivían al lado de las Espeñitas con que la distancia no era tanta. Pero ¡claro! un tropezón estando tan oscuro... El Solano estaba muy peligroso.
De pronto todas las ilusiones quedaron rotas.
Un silencio aterrador; mientras un niño gritaba: ¡Que ya ha “venío”! ¡Qué ya ha “venío”! ¡Qué viva la" lú"...!
Las ilusiones en una noche de Misa del Gallo habían quedado, tú lo dices..."de-si-lu-sio-na-das".
Mañana  Gabi en el Salón de la Plaza pondrá el “picú” y siendo Navidad decían los chavales si se carga la luz igual vuelve a irse. Las sacaremos a bailar y si nos dan calabazas, iremos después a rondarlas.
Yo, decía uno de ellos, voy a ponerle un ramo en el balcón de su casa. Y eso me lo apuesto aquí ya…
Lo que si sería seguro que cogidos del hombro pasarían por toda la zona de las Espeñitas cantando: “Ya no va la niña/ ya no va la fuente/ ya no va la niña /ya no se divierte.
Ya no va la niña/ ya no va al arroyo/ ya no va la niña/ ya no tiene novio (…)
                         (Relato tan ficticio, como ilusionadamente verdadero)


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