RONDAS Y PARRANDAS EN TIEMPOS DE NAVIDAD/ AÑO NUEVO.
-¡Que lo baile, que lo baile, que lo
baile!...
Para empezar la ronda
Como se debe
Santas y buenas noches
Tengan ustedes.
La música tiene el don de acercar a las
personas. Pero también sirve para hacer rabiar, pongamos el caso.
Y si un grupo de niños al salir de la
escuela estaba en las inmediaciones de una casa cantando: ¡Que llueva que
llueva! No era raro que algún gracioso dijera: ¡Tener cuidado que pueden “mear los angelitos” o caer
algunos “cagajones”! Se respondía quizás sacándole la lengua o cantándole una
canción alusiva:¡Que lo baile, que lo baile, que lo baile! Que lo baile todo el
mundo, con el perro de Facundo, con el gato de la Inés-(…)
A nadie gustaba que lo llamaran Facundo
y le hicieran bailar. Con que más valía no meterse en camisa de once varas y menos
si por medio había niños tan resabiaos y
“alcahuetes”.
Y como era época de matanzas y para que
no estorbaran se les preparaba un buen zambulerio en la cuadra de la casa con
una soga, una manta y van que chutan.
¿Nos dejais montar?- preguntaban
los que pasaban. Si la respuesta era negativa ya se sabía que para
vengarse podía caer un “sahumerio”
nocturno. El sahumerio tenía por finalidad esparcir un humo bastante
desagradable, condimentado a base de sobrantes de pezuñas de caballos envueltos
en una latilla con brasas.
Y llegaba el domingo. Las misas se decían
en latín; el cura daba la espalda a los fieles.”¡Dominus vobiscum! Et cum
espíritu tu tuo. En la iglesia hacía un frío que se las pelaba y como Don
Saturnino a veces se pasaba en los sermones, se aprovechaba el momento para
estirar los pies o echar un cigarrillo fuera de la iglesia. Las catequesis con
la Tía Triz, la minerva, el ir a besar al Niño cantando "el chiquirriquitín", el
sello en la mano para poder ir al cine por la tarde, llenaban los huecos de la
mañana de unos domingos tremendamente fríos que tenían sus recompensas visitando
después con los amigos los bares de Marcial, Gabi, Jacinto que se esmeraban
poniendo cacahuetes para tener contenta a la clientela. Por la tarde la copita
de aguardiente de Marcos desintoxicaba de los malos virus, el vino del Colorao
ennegrecía los labios y el Porru era un buen momento para con la penúltima copa
formar el grupo que iba a ir cantando de parranda por las calles.
A la fuente va a por agua
Y un galán me la entretiene
Aquí la estoy esperando
A ver si viene o no viene.
La oscuridad de las calles al anochecer
se iluminaba con el vinillo que hacían gala los componentes de los diferentes grupos
que cogidos del hombro pasaban cantando
y rondando a sus novias. Tirando algún "cubete" de vez en cuando,.. Y se cantaba de todo: “A mi me gusta lo blanco. Viva
lo blanco. Muera lo negro (…)” Clavelitos, clavelitos de mi corazón”. Pero mira
como beben, los peces en el río”. La campanera.”Maria Manuela me escuchas…”La
cabra, la cabra,.. La Tarara si, la tarara no. “Una tarde florida de mayo, cogí
mi caballo…” “A mi me gusta el pin, piribín, pin, pin,” Me están haciendo un
vestido Manuel,..” Y ¡Ojito! No sabíamos el
por qué La Pelona estaba prohibido. Sin embargo Al Niño, al Niño Manuel
no ocasionaba problemas.
Si la ronda la hacían los quintos estos
procuraban llevar un viejo tamboril, una lata de pinturas y un gorro africano
con una borlita sobre la frente “Las madres son las que lloran y las novias no
lo sienten, se quedan cuatro chavales, que con ellas se divierten”.
Los escancianos que eran los mozos, que
habían dejado de ser mozos porque se habían casado en el año, también tenían
sus días de salidas, visitas y alegres pasacalles. Unos con castañuelas, otros
con sartenes, la botella de anís y una llave; el tamborilero para oficializar
el acto y canta que te canta por las calles del pueblo mientras visitaban
autoridades, amistades,…Se pasaba un rato agradable con ellos, mientras algunos
miraban tímidamente al médico porque sabían que el encargo ya estaba de camino.
Los chiquillos también hacían
competiciones en esos días sin escuela siendo muy emocionantes las carreras de
aros hasta el Alto Las Eras o el cuartel de la Guardia Civil, tan emocionantes
como las carreras de San Silvestre que realizan en nuestros días. Y entre los
juegos eran tiempos de la chirumba, el pión, el correr a pillar por las
diferentes calles y el saltar a la comba con el “que lo baile, que lo baile,
que lo baile”.
Las nevadas estaban a la orden del día y
los pelotazos de nieve ocasionaban el “daile en juro”para que el amigo o la
chiquilla que venía con sus cántaros de la fuente se escondiera y no saliera
del portal de su casa.
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