LAS ILUSIONES EN UNA NOCHE DE MISA DEL GALLO
Habíamos ido a la Misa del Gallo y nada
más salir a la puerta de la iglesia, la luz hizo un extraño guiño.
“Ya verás- decía la Juani-como se vaya, mi madre me mata-“
-Pero ¿Cómo te va a matar- contestó Ana.
¿Es que tú acaso tienes poderes para apagar la luz?
-Sí, pero…quienes salieron de la iglesia
sin esperarse a besar el Niño, seguro que ya están en su casa.
-Tú también no te has quedado “envaía”,
es que se formó una cola con mucha gente.
-¿Ves? Ya se fue- pues yo me voy a
esperar un rato a ver que pasa. Si se va en el camino es que me muero…
La alegría en el Solano fue inmensa y el
coro de silbidos, cuqueos y voces se extendió por toda la plaza. Hubo quien
hasta tiró un “cubete”.
Las dos amigas en la mismísima
barandilla de la escalinata no se atrevían a moverse, al lado tenían a sus
amigos acompañantes encendiendo los mercheros de vez en cuando. Ellas no
dejaban de quejarse.
-Te digo yo…
-Me dices tú. Pues sabes, lo mejor es que
nos esperemos.
Don Saturnino había salido a la puerta
de la iglesia a poner orden y tocando una campanilla y con una vela de la
sacristía que lo único que hacía era alumbrar su cara pues a los alrededores ni
siquiera llegaba. Decía en voz alta:
“Vosotras si hay algún “espabilao” que
quiere ser demasiado galante ¡A manozato limpio¡Eh!...
La Juani-decía a su amiga “Yo de aquí no
me muevo, mi madre va a coger el farol y seguro que va a venir a buscarme”.
Los chavales estaban de acuerdo que
antes que pasara más tiempo lo mejor era salir dando la vuelta alrededor de la
iglesia, agarrados a la pared. El camino era más largo pero más seguro decían
ellos, por eso de los tropezones…
Los silbidos, aplausos y cuqueos no
cesaban. Había quien prefería un buen manotazo antes que viniera la luz.
De todas maneras las dos muchachas
vivían al lado de las Espeñitas con que la distancia no era tanta. Pero ¡claro!
un tropezón estando tan oscuro... El Solano estaba muy peligroso.
De pronto todas las ilusiones quedaron
rotas.
Un silencio aterrador; mientras un niño
gritaba: ¡Que ya ha “venío”! ¡Qué ya ha “venío”! ¡Qué viva la" lú"...!
Las ilusiones en una noche de Misa del Gallo
habían quedado, tú lo dices..."de-si-lu-sio-na-das".
Mañana Gabi en el Salón de la Plaza pondrá
el “picú” y siendo Navidad decían los chavales si se carga la luz igual vuelve
a irse. Las sacaremos a bailar y si nos dan calabazas, iremos después a rondarlas.
Yo, decía uno de ellos, voy a ponerle un
ramo en el balcón de su casa. Y eso me lo apuesto aquí ya…
Lo que si sería seguro que cogidos del
hombro pasarían por toda la zona de las Espeñitas cantando: “Ya no va la niña/
ya no va la fuente/ ya no va la niña /ya no se divierte.
Ya no va la niña/ ya no va al arroyo/ ya
no va la niña/ ya no tiene novio (…)
(Relato tan ficticio, como ilusionadamente verdadero)
(Relato tan ficticio, como ilusionadamente verdadero)
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