domingo, 23 de junio de 2013

AL PASAR EL TRÉBOLE





















AL PASAR EL TRÉBOLE
 A lo alto y a lo bajo/ señor alguacil
A lo alto y a lo bajo
Alegre y gentil
 Al uso de mi tierra
 Toco y toco el tamboril.(bis)

 A pasar el trébole / El trébole, el trébole
Al pasar el trébole
La noche de San Juan..

 Qué quieres que te traiga / Si voy a Madrid.
 Qué quieres que te traiga
Si voy a Madrid.
 No quiero que me traigas
 Que me lleves sí (bis)

 A pasar el trébole / El trébole, el trébole
Al pasar el trébole
La noche de San Juan.

 A pasar el trébole / El trébole,el trébole.
Al pasar el trébole
Los mis amores van.

 En la ilusión y en el recuerdo, de una efímera etapa tanto infantil como juvenil, llega mientras la memoria veranea la gran noche de San Juan. Decir noche de San Juan en La Alberca, es decir fuegos y hogueras en la calles, plazas, esquinas o rincones del pueblo donde se pasaba el rato con amigos y familiares. Y donde enorgullecía también, ver “el sanjuán” que presidía la Plaza Mayor.

LA HORNIJA
 Días antes había que ir a buscar “hornija” a las afueras del pueblo donde crecía libremente en el monte bajo, por entonces detrás de” la casa del arquitecto” o por la Casa García. Había que llevarse “brazadas “ de helechos o “tarmas” secas caídas del suelo y cuanto más mejor que la noche iba a ser larga.

EL SANJUÁN
El gran acontecimiento era el día anterior. ¡A las cuatro en la Senjá! ¡Vale! Y “pa allá” que iba la gran pandilla de chavales, camino por la carretera nueva a la Dehesa. Siempre había el entendido que sabía el lugar y tipo de roble que se podía cortar (pues no era época de quiñones).
Se cortaba a ras del suelo con una “petalla”. “¡Quitaivos de ahí, que va p allá”. Se limpiaban algunas ramas bajas y a hombro de toda la gran pandilla de muchachos se emprendía camino del pueblo. Las risas , los empujones y el que “vus vais a caé”, era lo mejor del momento.
Cuando estábamos subiendo por la Senjá de nuevo los más chicos gritaban gozosos “¡Que ya han venío, que ya están ahí!” Y efectivamente se nos recibía como si fuéramos una cuadrilla de toreros. Y empezaban los comentarios mientras se colocaba de pie en el sitio aproximado del año anterior.” Paice más chico-pero ¡mira tú!- me gusta más...”
Una vez colocado el árbol, había que dar la vuelta por todo el pueblo, ver los de las demás calles y llevar las novedades correspondientes. El nuestro siempre era el mejor, unas veces por ser el más bajo otras por ser el más alto, pero siempre el mejor.

LA RONDA
A la anochecer comenzaba la ronda por el pueblo, cantando, cuqueando, en grupos y a veces agarrados del hombro como buenos amigos y simulando la copa encima..¡Qué más quisiéramos en aquella época! Que si te caía un porrón o una bota de rebote bienvenida era...Saltando la hoguera se conocía el temple, el arrojo, la valentía del muchacho. Era una especie de termómetro de la raza. Pero lo curioso estaba en que nada más aparecer por una esquina una pandilla enseguida corría la voz: ¡Cuidado que estos son los de la Barrera! Las rosquillas se subían a una casa y las mujeres se ponían en guardia no siendo que algún gracioso subiera arriba del árbol y lo dejara “pelado”.
Una vez que pasaban, de nuevo los chistes, las canciones, los dulces,...Y así hasta que aparecía otra pandilla de otra zona. Las rondas iban cantando por las calles con algún acordeón viejo, sartenes con llave o almireces. De pronto un mozo se separaba de los demás y aprovechaba el momento para subir a la casa de la moza que le tenía echado el ojo y ponía un ramo en su balcón o ventana.

LA FIESTA EN EL RINCÓN
Duraba hasta altas horas de la noche, cantando, riendo saltos y ocurrencias. “¡Bueno bajáis las rosquillas o no!” Y estando ya más en familia, caía una pinta y algún dulce casero que hacía chupar después bien los dedos. Pero ante todo era una noche mágica de creencias, de curaciones, de lunas de mucha luz que hacía ver sombras de parejas...
¡Dámela, María!- rituales de un sortilegio, curación.
 ¡Tómala Juan!
Y terminaba con el: Mala te la doy / buena me la darás.
El final de la noche llega, con el cubo de agua que apaga las ultimas brasas de ceniza, mientras el sueño puede con los ojos y se hablaba por aquel entonces de las cercanas salidas a la siega por los campos de Castilla y Salamanca para hacer unas perrillas que ya se va acercando agosto.
Ya en casa, se oye como continúan los mozos cantando por la calle:
Si en la noche de San Juan/ Huyes moza de la calle.
Ni te diviertes ni cantas
Seguro que tienes plan.
Lo confirma ese detalle.
Y un algo que se adelanta....

 Pues si es así: ¡Pague el piso! / Que moza que da el te quiero
Y el galán es forastero
Tiene claro el compromiso:
 ¡Qué pague! ¡Qué pague el piso!

 Y si tú linda chiquilla / sonríes a tu paisano.
Pues ya sabes que en Castilla
 El mejor, el albercano.

¡Mucho,cartucho!Y el estampido de un cohete, asustaba al perro del vecino y a la mocita que salía al balcón y sonreía. Se cerraba un portón y alguien decía:¡Hay que ver, lo que son también ellas!... y al " hay" se le quitaba la hache con un ¡Dios mío y santas noches!

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