FIGURAS SIMBÓLICAS:
EL PATAHENO / PEROPALO / EL HOMBRE DE MUSGO,...
La figura del Pataheno albercano
no puede pasar desapercibida dentro del ámbito carnavalesco hispano.
Es una representación burlesca de
una improvisada de corrida de toros. Que posiblemente venga de la suelta de
alguna vaquilla carnavalesca para ambientar y divertir la Plaza convertida en
momentáneo coso taurino..
El pataheno, hombre relleno a base de sacos de heno y paja, es una
figura ridícula, chocante, grotesca, torpe en movimientos, que quizás lo que
intentara es pasar desapercibido, hasta que la vaquilla asustada por el extraño
bulto le corneara y viera en él una buena ración de heno y paja para darse un
festin.
Pero al no ser la vaquilla carnívora y descubrir el engaño terminaría,
propinándole una buena paliza para que el intruso perdiera si es posible los pantalones y sus paisanos se
desternillaran viéndole en cueros.
Hoy la vaquilla se ha transformado en un hombre-toro con horca en vez de
cuernos, (móvil y “gepeese”oculto) y no muy buenas intenciones...
El Pataheno precisa también su representación muñequeril y su monumento
en algún adecuado rincón como en Villanueva de la Vera lo tiene su famoso
Peropalo; en Bejar el Hombre de musgo; Marquitos de Zalduendo u otras figuras
del País Vasco con sus ritos de la España mágica.
En La Alberca también existió la costumbre de hacer un muñeco de paja
que representaba a Judas Iscariote y se le ahorcaba desde lo alto del
campanario de la Torre.
Si al Peropalo desde su confección a su muerte se le festeja. El
Pataheno albercano es un ser vivo que divierte pero quizás le hace falta que
después de su “buena faena”, dé la vuelta al ruedo a hombros de sus paisanos, con los trofeos, si en verdad se los merece..
Y que para quedar bien con el personal asistente que regale un nuevo
mozo toro o sobrero a la concurrencia.
En cuanto al Judas Iscariote que se ahorcaba de la torre, antes de
terminar a base de peleas o patadas limpias como hacíamos en nuestra niñez o
que contaminara de paja el Río de la Puente, la quema del mismo junto a la figura noble de
piedra del cerdito de San Antón mostraría a este las bondades mágicas de
purificación del fuego, para con los marranos, gurrinos, cerdos y mil nombres
más.
Y metidos en matracas. ¡Cuánto se añora este simpático artilugio que
sustituía a las campanas en días de Semana Santa! Goyo Mañanita las hacía en
pequeño divinamente.
Falta “monis”, que se salga de la crisis, y se haga una nueva matraca de
mayores dimensiones. Que se oiga bien en los alrededores, para dar la matraca
en esos días y dejar descansar las cantarinas voces de unas campanas que no
conocen descanso en todo el año. Después
llegará el hornazo, el pendón, el día del trago y el Judas de “cocholate” con
la soga al cuello desde lo alto de la torre y que ya está ideando Mary Luz para
endulzar estos festejos, ya que cada
uno se merece su distintivo especial.
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