LAS HURDES O EL HONOR DE ESPAÑA- EN LA DÉCADA DE LOS SESENTA
Al
sur de la provincia de Salamanca, pasando La Alberca y a unos metros del Valle
de las Batuecas, entre olivos, pinos, brezos y jara; en un profundo y escabroso
laberinto de valles y montañas, se abre una de las puertas –para nosotros la
más interesante- que da entrada a la región cacereña des Hurdes. En unos
kilómetros hemos pasado de un pueblo, esencialmente histórico: calles, plazas,
fiestas, trajes y costumbres. A un pedazo de tierra que ha estado durante largo
tiempo “al margen de toda historia”. Las Hurdes.
La
tierra sin tierra, sin pan, la tierra de “jambri”.
Donde
la pobreza, el aislamiento, el bocio y la enfermedad anidó muchos años junto al hombre.
TIERRA
SIN TIERRA
A
medida que vamos internándonos en su
amplia comarca, se va palpando lentamente la realidad del medio, pizarra y
roca,, más pizarra, todo roca.
Dejamos
atrás Las Mestas, el Ladrillar, Vegas de Coria, el Rubiaco,… pueblecitos del
mismo corte y perfil que tantos otros de la España de los años sesenta del
subdesarrollo y que la emigración se encargó de mermar.
Nuñomoral,
es la capital de las Hurdes Altas, de las aún tristes y paupérrimas Hurdes.
Buscando
el nacimiento del río Hurdano, los Casares. Y en torno al mismo un puñado de
míseras y desperdigadas alquerías: La Huetre, la Segur, Las Eras,…
Al
otro lado de Nuñomoral, El Cottolengo del Padre Alegre- centro hospitalario y
asistencial. Junto al bellísimo meandro que hace el Río Malvedillo las tres
alquerías más tristes y paupérrimas que se puede uno imaginar: Martilandrán, El
Gasco y La Fragosa.
Esta
zona de las Hurdes altas es donde la tierra no es tierra, sangre, miseria,
sudor. Donde la huerta o paredón cuántas veces ha tenido que ser construida por
las arremetidas del río o de los temporales, con cargas de tierra traídas a
lomos de burros de lejos. Y donde la vivienda es pizarra, pared, choza
familiar.
EL
HONOR DE ESPAÑA
Para
algunos las Hurdes, han sido durante largo tiempo, “la vergüenza de España”.
Para otros encabezados, por aquel insigne hispanista francés que tanto amó a la
región, Maurice Legendre: El honor de España: “Porque hay que ver –decía
Legendre- lo heroicamente que han trabajado aquellos hurdanos para arrancar un
misérrimo sustento a una tierra ingrata. Ni los holandeses contra el mar”
El
hurdano pese a las crueles condiciones del medio –arañaban el suelo y todo era
pizarra pedregosa- no se dio nunca por vencido ni quería abandonar su rincón.
Hoy
que ha cambiado de mentalidad gracias a una mayor apertura de comunicaciones,
repoblación forestal, luz eléctrica, teleclubs, centros sanitarios, escuelas,
se ha elaborado el Plan Hurdes que es preciso realizar y que uno de sus principales
objetivos es CONCENTRAR en poblados esas
minúsculas y míseras alquerías.
-Hasta
aquí este artículo que teníamos escrito en la década de los años de 1960,
después de haber recorrido toda la región hurdana a pie y haber convivido con sus gentes, en compañía del amigo y escritor José María Requejo-.
No hay comentarios:
Publicar un comentario