ANONADANDO ÁNIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO
“Anonadar”
es un verbo de otoño, igual que “florecer” es un verbo de primavera y “recrearse”
de puro verano. Los de invierno, los dejaremos para más adelante, para cuando
se sientan los primeros fríos.
Hoy
los verbos están un poquillo locos, a
causa del llamado cambio climático. Y
algunos dicen que tienen que adaptarse a las particulares circunstancias de
cada año.
Nuestro
verbo de otoño, “anonadar”, no es un verbo compuesto, aunque así parezca a
primera vista; con el tiempo doña Gramática dirá.
Anonadar
es sorprender, asombrar, alucinar.
Lo
que si podemos hacer para conjugarlo, es separar la raíz anonad-ar de la
terminación –ar, en este caso del infinitivo.
En
verano el presente se conjuga admirablemente bien, aunque en la piscina haya
poca agua –yo anonad-o, tú anonad-as,...Pero ¡ojo! hay que tener bañador para
realizarlo bien y también olvidar eso de ano-trasero-, con lo otro de nadar y
así no quedaremos anonad-ados; anonadados.
Anonadados
estamos /con las calores tan altas./Y ahora lo que esperamos./ Es. Y ya lo
sabes. ¿Saltas?.../ Que surja la canción
popular propia de esta época:
Que
llueva, que llueva. / La Virgen de la cueva/ Los pajaritos cantan/ Las nubes se
levantan/ que sí, que no / Que caiga un chaparrón . (…)
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