miércoles, 12 de octubre de 2016

ANONADANDO ÁNIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO






























ANONADANDO ÁNIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO
“Anonadar” es un verbo de otoño, igual que “florecer” es un verbo de primavera y “recrearse” de puro verano. Los de invierno, los dejaremos para más adelante, para cuando se sientan los primeros fríos.
Hoy los  verbos están un poquillo locos, a causa del  llamado cambio climático. Y algunos dicen que tienen que adaptarse a las particulares circunstancias de cada año.
Nuestro verbo de otoño, “anonadar”, no es un verbo compuesto, aunque así parezca a primera vista; con el tiempo doña Gramática dirá.
Anonadar es sorprender, asombrar, alucinar.
Lo que si podemos hacer para conjugarlo, es separar la raíz anonad-ar de la terminación –ar, en este caso del infinitivo.
En verano el presente se conjuga admirablemente bien, aunque en la piscina haya poca agua –yo anonad-o, tú anonad-as,...Pero ¡ojo! hay que tener bañador para realizarlo bien y también olvidar eso de ano-trasero-, con lo otro de nadar y así no quedaremos anonad-ados; anonadados.
Anonadados estamos /con las calores tan altas./Y ahora lo que esperamos./ Es. Y ya lo sabes. ¿Saltas?.../  Que surja la canción popular propia de esta época:

Que llueva, que llueva. / La Virgen de la cueva/ Los pajaritos cantan/ Las nubes se levantan/ que sí, que no / Que caiga un chaparrón . (…)
























































































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