AL VUELO DE LAS CAMPANAS-I I I -
LAS FIESTAS DEL PUEBLO SON.
- MAYORDOMOS Y MAYORDOMA-
No entiendo –le dicen a Peromingo, que
está en lo Alto de sus Peñas Tiritinas-, como en unas fiestas tan importantes,
nombradas ya hace tiempo de Interés
Turístico nacional, no tenéis una esplendorosa y guapa reina de fiestas con su
corte de lindas señoritas.
Expuestas en programa oficial de buenas
amistades, como se hace en otras muchas localidades del solar hispano.
Peromingo se queda pensativo y de pronto
contesta:
No tenemos reina
Ni falta que nos hace
Tenemos mayordomos
Y eso bien nos place.
-¡Y es que es así como somos-
Ilustres son los señores
De tan ilustres señoras
Divina y humana, honores
y tal para cual valoras
Ya verás la mayordoma
La gran dignidad que ostenta
Cuando oigas que dicen:¡toma!
¡Por ella y su vestimenta!
Decir de Vistas ya es todo.
De un empaque señorial
Que hasta la Virgen, no hay modo
Que no diga; ¡Celestial!
La Virgen es mayordoma
De su propia y digna ofrenda
Y se lleva tal prebenda
En su ascenso cual paloma.
Mas, dice Peromingo. No veníamos aquí
por los Caminos de la poesía, sino leyendo al distinguido literato salamantino
Antonio García Boiza que escribía en El Adelanto de
1942, estos bellísimos párrafos
“Tres genuflexiones para llegar a la
Virgen y otras tres para retirarse, sin dar la espalda a nuestra señora, entre
un fragor de cohetes, bombas y ruedas, que los valientes mozos hacen explotar
en sus manos. Pero este fulgurar de la pólvora se hace ensordecedor. Los
mayordomos con sus cetros y largas capas, van en busca de nuevos oferentes.
Silencio, Atención. Asombro. Maravilla
de maravillas.” ¡Qué solemnidad y qué grandeza!
Detrás de los mayordomos avanza una
albercana con traje de Vistas, con un empaque, con un señorío, con una
serenidad, que no logran perturbar ese concitarse de arriba, de abajo y de en
medio, las ráfagas de luz, las explosiones de las bombas y las ruedas y los
cohetes que escriben en el cielo albercano vítores de fuego y de humo.
DE PRONTO SE HACE UN SILENCIO
EMOCIONANTE
Los mayordomos acompañan a una rica hembra
enlutada, que acaba de perder a su marido, pero no deja la ofrenda a Nuestra
Señora. ¿Pero qué gente son estas? Por un milagro y del arte de la tradición
albercana, hoy, en la plaza el pueblo, se congregan damas y caballeros de la
más alta sociedad; ellos parecen arrancados de los lienzos escurialenses de
Coello, y ellas, como reinas de Sabá, en un besamanos cortesano.”
¡Alberca en el día de la Asunción!
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