VIVENCIAS
ALBERCANAS.
LA ESCUELA. EL
TRATO Y LA AMISTAD.
EN TORNO AL
FALLECIMIENTO DE EUSEBIO LUIS
He sentido mucho
el fallecimiento de Eusebio, este gran industrial y compañero de los años de la
Escuela y del que me ha unido siempre
una simpática anécdota muy propia de los años de 1950 y de nuestra ingenuidad
de niños.
EL TRATO
Como excelente
industrial seguro que ha hecho muy buenos
tratos de compra-venta porque en ello se basaba su trabajo y su negocio de chacinas albercanas.
Conmigo hicimos un buen trato del que salimos beneficiados los dos.
LA ESCUELA
La escuela de la
Fuente Canal, llamada por entonces de don Filiberto Villalobos, tenía como
director a Don Juan Ávila; respetado director albercano, y de profesor-maestro
a Don Gerardo- con sus gafas de cerca sobrepuestas encima de las de lejos-.
Maestro muy
preocupado por sus asuntos familiares, trataba de entretenernos lo mejor
posible pero muy exigente en la limpieza de los cuadernos. Hacía la tinta en una botella y después la iba
repartiendo por los diferentes pupitres. La caída de una gota de tinta podía
originar un mal borrón y la repetición completa de la hojita correspondiente.
La división de
una palabra en sílabas no se nos daba bien, era más cómodo decir “Lo-gio” que
Eu-ló-logio, y en vez de decir: Eu-se-bio, decíamos: U-se-bín.
Yo tenía
bastantes secantes de la correspondiente propaganda de medicinas.
Eusebio en su
casa del Solano tenía calderos que, una vez estropeados, se les extraía un aro
en perfectas condiciones. Y aquí comienza el asunto.
EL TRATO
Consistía en
cambiar un aro de los de Eusebio. Por: ¿Cuántos secantes de los de Isidro? Una
vez llegado al acuerdo. Eusebio tenía
secantes para salvar su trabajo y evitar la repetición. Y el que escribe un aro
para poder correr por todas las lanchas del pueblo. Se hizo el trato y la
amistad correspondiente, porque las dos partes quedábamos contentas.
El CEMENTO
El Cemento de la
Plaza, era un buen lugar de encuentro para las carreras de aros, que, gracias
al que había cambiado con Eusebio, me
daba la fama de llevarme la copa que yo mismo había pintado. Y luego seguíamos
con el juego del “pion”, la chirumba en el Solano, las chapas, los partidos de
fútbol en las Eras,…
Eusebio empezó
muy pronto a estar con su abuelo. Y dejó de ser el “Usebín” de los amigos. El
señor Gurrepe, una institución albercana de hombre serio, trabajador y amante
como pocos de las tradiciones de su pueblo. ¡Cuántas veces que les vi que iban
juntos a la Peña de Francia! Tenían un trato especial con los dominicos y sobre
todo con el Padre Constantino, el prior de la Peña de Francia. Y los dominicos “se
llevaron” a mis mejores amigos Pablo, Cosme, José Antonio,..
Eusebio se casó
con Francis, hermana de mi amigo Carina. Yo seguí, ya sin hacer trato de
secantes, en el apasionado mundo de la enseñanza, lejos de La Alberca y
Eusebio con los chorizos, los jamones,
la compra y venta. Hoy tiene en La Alberca una fábrica de extraordinario
reconocimiento. Descanse en paz en la Somá, muy cerca de su fábrica de la
carretera de San Antonio.
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