miércoles, 12 de enero de 2022

FORMAS DE VIDA COMPARTIDA --- LA VACA LECHERA: VIDA, MUERTE Y EMIGRACIÓN













 

FORMAS DE VIDA COMPARTIDA

 LA VACA LECHERA: VIDA, MUERTE Y EMIGRACIÓN

Se llamaba Carmen, nombre ficticio y hecho real. Aquel verano, mientras tenía que decidir la elección de carrera y ayudar a mi padre a poner inyecciones, me sucedió un caso real digno de contar.

Tienes que poner estas inyecciones en su casa a Carmen que está pasando un mal momento y no quiere salir a la calle.

Carmen me recibió muy agradecida y mientras hervía la jeringuilla y hacía los preparativos correspondientes que precisaba el inyectable en aquellos momentos, no dejaba de llorisquear y pedirme perdón porque estuviera así tan afectada.

Carmen me dijo: “Se me ha muerto el principal sustento que teníamos en casa: la vaca, nuestra vaca lechera.

Mi marido pasa todo el día trabajando en el huertecillo. Después de llevar a los niños a la escuela,  me iba con el animal a que comiera  algunos pastos; la ordeñaba y vendía esa leche que nos servía  para sacar algunas perrillas.

Pero, fíjate que mala suerte se nos acaba de morir. ¿Y qué vamos a hacer ahora…?”

Lo principal en este momento- le digo- es que te pongas bien; trato así de animarla y me da las gracias porque no se atreve  a salir a la calle.”Se me saltan las lágrimas muy a menudo y no me atrevo a ir a ponerme las inyecciones”

Pasaron varios días y después de ponerle  la última inyección, me dice: “Nos tenemos que ir  “pal norte”, aquí estábamos bien, pero… Venderemos las cuatro cosas y nos vamos. La muerte de la vaca nos ha partido todo”.

Esta es la realidad de algunas personas que vivían por la década de los setenta en nuestro pueblo y  se tenían que ir. Triste palaba: emigrar.

Pasaron algunos años y también me sucedió a mí. La carrera que había elegido no me permitía vivir en el pueblo en el que había nacido y  conocí la desdichada  palabra.

Hoy se habla de la “España deshabitada”. Quienes han tenido la suerte y sus asuntos les han ido bien, regresan. Otros tenemos que permanecer en los lugares de trabajo, añorando a nuestros pueblecitos de Castilla. ¡Inigualables lugares de la Sierra de Francia!

-Donde no existían “macrogranjas”, ni grandes explotaciones industriales.

Se hablaba del minifundio y que este era un gran atraso. Los animales estaban al servicio del hombre  y el hombre al servicio y cuidado de sus animales. El cuidado y amor de unos y otros era compartido-

 

Hoy, estamos: ¡Eso sí!  Muy dichosos cuando podemos pasar unos días en la tierra que nos vio nacer. Y alegrándonos que la salida no fue tan triste, desdichada y traumática como la de Carmen. Nombre ficticio pero de un suceso real de vida campesina.

Mientras la campanilla nos sigue recordando cada tarde, aunque estemos lejos de tan preciado lugar “un padrenuestro y un avemaría por el amor de Dios.  Y  que Dios nos traiga la luz de la memoria, vida y costumbres de tan incomparable lugar de nacimiento”










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