LA CASA DE LAS
PALABRAS
DE JOSÉ LUIS PUERTO
Quienes hemos
nacido en La Alberca, sabemos que nos gusta entrar o salir del pueblo por la
calle del Tablado. Hoy la calle más abierta al mundo. Y ayer, la entrada a un
mundo especial de costumbres y vida tradicional.
A unos cien metros
de la entrada al pueblo, casi al lado de la Fuente de la Balsada está la casa
que fue del señor Pablo.
Del abuelo de
Pablo de José Luis, que le enseñó a contemplar y vivir el mundo de su entorno.
Y donde él se formó gracias a las vivencias
que le transmitió su madre Dolores. Tías Carmen y Vicenta, extraordinaria
maestra que le impulsó en el mundo de los estudios, profesión y hoy edificados
en los libros publicados y en esa gran Casa de las Palabras que él posee.
Merece la pena
escuchar esta entrevista que acaba de hacer en Radio Nacional y adentrarse en
esos poemas y libros que José Luis invita a leer y compartir.
Pienso,
siguiendo el mensaje de sus poemas que él es el mejor guía “ de ese alguien que
nos deletrea de continuo”.
¡Qué
significativo es ese verbo “deletrear”! Pronunciar por separado cada letra,
cada sílaba.
Siendo una
persona como él es, que tiene ese especial don de recibir y recoger las
palabras que forman el cimiento de nuestras casas. Es nuestro mejor deseo
seguir sus pasos que con sus libros y poesías nos guía. Y compartir las
inquietudes de poeta constructor y edificador de ese gran edificio que es la
Casa de las Palabras
En su Libro
Ritual de la Inocencia, su poema Eso me Basta, se ofrece, alma muy albercana a
compartir su Casa: Sí la comparto plena con los otros/ con los demás/en el
fulgor del mundo./ Eso me basta./ Eso me purifica / para poder hacerme
ofrecimiento/ Y cumplir mi destino//.
En esos valores de raíces muy albercanas, reside
su ética tan señalada “ En la exaltación de lo desnudo y desamparado, en términos como
la pobreza, de lo desprotegido, de lo precario, de lo menesteroso, de lo humilde,
pequeño, de lo sencillo, de lo efímero, de lo mínimo, de lo esencial, de lo
desnudo.”.Y sobre todo en la culminación de ofrecerse, de resaltar la soledad
humana, el puesto del hombre en el cosmos.
Y mientras
estábamos sentados en un poyete, junto a la fuente de la Balsada nos vinieron a
la memoria los versos de ese poema tan albercano:
Al pie de una
fuente fría / me puse a considerar / que pocos amigos tiene / el que no tiene
que dar”
Dar más vida,
más ilusión, más luz, más inquietudes,
¡Y como no siendo sinceros!- más “patacones”- moneda que valía diez céntimos y
usadas por los árabes en el Medievo y en La Alberca cerca de los años de 1950- ESCUCHAR
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