LA
ALBERCA QUE NO VEN LOS TURISTAS
HISTORIAS
Y CUENTOS PARA ANDAR POR CASA
COSAS
Y CASOS DE UN DÍA CUALQUIERA
EMTRE VIVENCIAS Y CHISMEANDO UN POCO
Son
las del pueblo, más pueblo de todos los
pueblos, como diría muy bien Unamuno.
Y
de nuestro “orinal del cielo” que diría la Minica, cuando veía bajar las aguas
de lluvia, de la calle del Tablado al rincón de la Balsada.
Pero
ella tenía que salir con su campanilla de las Ánimas “lluviera” lo que lloviera,
a recorrer las calles y a avisar a los vecinos que había que rezar por las
“pobrecitas “almas del Purgatorio. Con su buen mantón que tenía para estos
casos y tapándose bien la cabeza se lanzaba a recorrer todas sus calles. ¡Entonces
sí que hacía frío!
¡Vamos
le decía, a la Cantora, a la Isabelita, a la señora Tomasa, a la Aurelia si la
pillaba al paso! Y…fieles cristianos acordémonos…
A su paso algún perro las ladraba, estos no
entendían de idiomas Y al llegar a la Esquina del Torreón de la Iglesia, misión
cumplida.
Esta
era la costumbre, la tradición para que no se perdiera el acto de salir todos
los días ya toreara el Cordobés, jugara el Real Madrid o cantaran en la recién
estrenada tele de Gabi o de Jacinto; con Manolo Escolar, Lilián de Celis o la
Paquera de Jerez.
Pero
bueno y este que acaba de llegar nuevo. ¿Cómo dices que se llama? Ni idea. Dice
que a él le gusta venir “a onde” Marcial a ver Bonanza. Pues entonces ya sabes
su nombre, nosotros es que así “¿Semos o somos?”
Mi padre me acaba de dar un cachete, con eso
del “semos” pero no ha sido muy fuerte,. Eso para que aprendas. ¡Que le vamos a
hacer! eran los métodos educativos de aquel entonces Y para que eso no
sucediera Doña Lucía le hacía leer
el Adelanto, en voz alta a Fabi. Mientras Isidoro cantaba
un buen fandango a las vecinas. ¡Espera que voy a buscar el magnetofón! Y
después te lo pongo y nos reímos. ¡Hay que ver lo malos que éramos y no se
enteraban los turistas! Los turistas eran de Mondragón, de Baracaldo, Valladolid,
de “Placencia” de pa´allá p´al norte. Y vaya usted a saber “de geometría como así se decía”…
En
cuanto a Servicios os diré que Leandro-el gafas- se fue para el norte.
Amadeo se había hecho ya muy señorito y
yo me compré un cortipelo –una hojilla de esas de palmera incrustada a un peine
que me hacía unas calvitas que hasta el tercer día estabas arreglado, menos mal
que la gente me decía “este no se va a
quedar calvo como su padre”, de adivinos siempre anduvo muy mal La Alberca.
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