LOS ANUNCIOS DE
SIEMPRE, TIEMPO Y HORA
El titular
parece que es muy poco apropiado para nuestras costumbres y tradiciones. Pues
algo tiene que nos toca.
VOLVEMOS EN UN
ANUNCIO
Es frase muy
corriente de las televisiones actuales. Pero anteriormente sabemos que la frase
habitual era: Volvemos en un minuto -guardemos la palabra-
¿Había anuncios
en nuestro pueblo en la década de los sesenta a setenta? Pues sí, iban de
esquina en esquina; pero sin machacar tanto como se hace hoy. Alejandro Barés,
que fue un excelente pregonero, recordamos haberle oído decir, en uno de los
toques de su bando:” Ha llegado: “Tejidos el Buen-gusto, al Solano” y acto seguido: “El que quiera
comprar fruta en la tienda de José Antonio Barés”.
En el cine de
Don Saturnino no había descanso, sí apagones, a pleno dedo. Si no había
descanso, no había anuncios.
Un anuncio muy
curioso era el de las bodas. La tarde antes del casorio, Una persona encargada
de comunicar el enlace- como si no se supiera; pero bueno…- Iba por las calles
“porteando” en la puerta de sus amistades y después de dar unos cuantos buenos
porrazos en la puerta de la casa,
manifestaba: “por la mañana temprano a acompañar a los novios”.
El tamboril tenía su pasacalle especial para
estos actos; como los tres o cuatro “cubetes” anunciadores –antes, después, en
el acto y hasta días siguientes-
El anuncio más aterrador era ese del llamado Rosario de
la Aurora: “estabas en la cama, eran las siete y pasaba una procesión cantando:”El demonio a la oreja/ te está diciendo / déjate
de rosarios, sigue durmiendo/ Viva María / viva el Rosario/Viva Santo Domingo /
que lo ha fundado”. La titiritona que te entraba era…, No tenía don Luciano
pastillas para recetarla, ni la señora Feliciana miel de su pueblo para
calmarla.
Pero volvamos a
la palabra del anuncio, estamos en la calle la Rúa de Salamanca y hoy nos dicen:”¡Me
presta un minuto, por favor!” Las disculpas y tengo prisa surgen al momento.
Todos vamos con mucha prisa, pese a esa socorrida venta.
No así pasaba en
La Alberca: “Mira, Andrés puedes ir “en
ca” el Tio Mingo a buscar “un cuarterón” de tabaco para liar. Andrés
contestaba: “en un minuto, en un minuto” Y el buenazo de Andrés se quedó con
ese sombre-nombre familiar: “Minuto” Y su servicio era digno de mención..
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