TIEMPOS
AQUELLOS…
DEL SUPERMÓVIL DE LUISA
A LOS MÓVILES HOY DE TODOS…
Que nos perdone
Luisa si encabezamos nuestro escrito para denominar los tiempos aquellos que
tuvieron en nosotros tanta influencia.
A la pregunta de
los Reyes, el jovencito ya muy orgulloso, te dirá: les pedí un móvil y ya lo
tengo.
Hace algunos
años, la ilusión nunca falta, “el mozo albercano”, contestaría yo con un “auto” delante, me conformaría. Lo que
traducido en deseos de antaño querría decir un “haiga”, vamos un cochazo Dodge.
Ya conocemos el porqué de la denominación de automóvil.
Pero siguiendo
con el lexema móvil y dejando en paz el
prefijo “auto”. Los albercanos sabemos que ha tiempo que las hermanas
Roncero tuvieron un servicio telegráfico –(tele=lejos; grafos= escritura) Y
llegó la modernidad. La “brea” llegaba a la Casa del Arquitecto; don Saturnino
ponía los domingos cine con dedo incluido y pitada en tales actos; Sergio
vendía “pirulies”; Gabi subía el baile de la plaza al salón, con madres que
seguían los pasos de la joven chica; seguían saliendo los “escancianos”; Jesús
tocaba el himno nacional en la Misa Mayor de los domingo, hasta que se fue y se
acabó el darle al “fuelle”, que nos
encantaba: comenzaba la ola que a los niños se los llevaban a los seminarios y
las monjas nos dejaron también sin niñas. Hasta que unos y otros empezaron a
salirse Y la Modernidad estaba en la Centralita de Luisa, al ladito de la
Casa-hospedaje del señor Belisario y la Señora María.
-Dile al Juan,
que a las siete donde La Luisa- Pero antes había que avisarle gracias al
Super-Movil que tenía Luisa.-La centralita a veces hacía de las suyas, el
viento de la dehesa, “la tronera”, los de Sequeros y para ya de contar…
-Madre acérquese donde el Quisco que a las
siete le van a llamar de Moratalaz por “me” el pedido de chorizos-
-Bueno, quédese
al tanto que voy yo.
Aunque había ya unos cuantos teléfonos particulares. Luisa tenía su buen Super-
móvil, el de
avisar, el de subir, bajar, el de acércate más que te hablan,…
Post-data: Es
bueno recordar la historia del pequeñito móvil que hoy tenemos “cuasi-todos” y
por los cincuenta lo hacíamos manual con un bote, un agujero y una cuerda que
salía de la boca de uno a la oreja del otro…
¿Me
oyes?........¡Cómo no te voy a oír! –si
me tienes al lado.
“Pos, vete hasta
la Callejina…” Y desde allí me cuentas.
Sí, “pa ´que” me
muerda el perro de Garrapina y ya me dirás.
-¡Qué Dios nos
pille "confesaos"!- Perdón: confesados.
Te
lo cuenta Isidro, bien o mal ¡como salga!, pero con muchísima ilusión, es la
Historia viva de nuestro pueblo.
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