EL TRAJE DE VISTAS ALBERCANO
Con razón puede decir Ortiz de Echagüe que es el más rico y hermoso de toda España. De severidad señorial, de porte y empaque majestuoso hoy lo hemos visto lucir por la figura esbelta y escultórica de Elvira Lucena y nos parecía una princesa auténticamente oriental.
Era el fino tocado que rodeando graciosamente su garganta y cayendo por sus espaldas para ascender acariciando con su pico la frente despejada bajo la que lucen las ascuas brillantes de sus ojos.
Era el lindo corpiño ornado por el rojo de los corales, de los amuletos y de los collares.
Las vueltas con sus castillos cilíndricos y sus enormes cuentas esféricas, los colgaderos que penden mayestáticos de los hombros con sus dijes rancios esmaltados y de filigrana,…
El “corazón de la novia” de gracia simbólica de ingenuidad ardiente.
La trucha con su articulación movediza y nerviosa. Las figuras de azabache con su regusto de milagrería y superstición. Los relicarios reviejos y empapados de una emoción de íntimas creencias.
Y la falda de pesado y rígido paño, con el amplio contorno y las ricas franjas de terciopelo y bordado cubierta en parte por la oriflama de casulla del delantal ricamente galoneado.
Y sobre él las vueltas elegantes y soberbios de los largos collares, los cristos de plata y los relicarios afiligranados y de esmaltes.
Majestuoso empaque el del traje de vistas, de sabor típicamente oriental enraizado en nuestro suelo ibérico.
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