EXPERIENCIAS DE VIDA COTIDIANA: LAS COCHERAS DE SAN ISIDRO
“La provincia de La Alberca / tiene otro pueblo importante.
Que se llama Salamanca / pero no es tan elegante”
Salamanca la blanca/ ¿quién te mantiene?
Cuatro carboneritos / que van y vienen
SALAMANCA-VECINOS-MOGARRAZ
La foto es viva estampa de recuerdo. Muestra la antigua estación de autobuses que se conocía popularmente como las Cocheras de San Isidro. Estaba al lado de la Clerecía, en la Calle Serranos. La foto es de la década de los años cincuenta. Hoy el edificio, que por fuera se conserva intacto, pertenece a la Universidad. Vemos como los coches de línea acaban de llegar de sus respectivos pueblos y la gente que pasa abrigada o esperando que el conductor les entregue su equipaje.
Maletas de cartón, cestas de mimbre, faltriqueras escondidas debajo de las faldas para guardar el dinero de tipos extraños que llamaban “carteristas”, olor a churros, a puros de negocios, pelliza, gorra visera, bufanda, botos camperos...
Son las nueve de la mañana. Las salidas discurrían una a la izquierda hacia abajo por la calle de la Compañía; otra hacia la derecha, bajada empinada hacia el convento de San Esteban y la más concurrida seguía hacia el frente por la Calle de la Rúa, la Plaza del Corrillo, El Gran Hotel y la Plaza Mayor.
En la parada de los coches de línea era frecuente que hubiera algunos “maletas”. Estos eran unos mozos (bien mozos) que llevaban un carro de madera, donde si los contratabas ponían tus maletas y te llevaban, si de camino también les salía alguien, juntos hasta los lugares correspondientes. Los más famosos eran Maera y Tomasín. Marcaban el paso, el camino, la dirección y las no más de tres palabras de conversación, por si las moscas. El servicio una vez contratado ya no se podía discutir.
LA COCHERA POR DENTRO
A la izquierda estaba el bar, por la tarde era más visitado que por la mañana. A la derecha las taquillas para sacar los billetes. Recuerdo a Don Ángel, -padre de Fidel ,Manolo, Nacho,...-, con la amabilidad que despachaba, se notaba que era abogado y que por las tardes ayudaba a la empresa familiar.
La cochera tenía forma de T mayúscula. Según entrabas veías dos grandes coches de línea uno detrás de otro y a ambos lados otros dos. El que iba a La Alberca en la baca del mismo tenía unos grandes letreros que ponía: Salamanca- Vecinos- Mogarraz. Había que preguntar a Victor cual iba a La Alberca, pues en verano a veces iban dos.
La empresa se conocía popularmente con el nombre de El Churrero. Florencio era dueño y conductor. Nacho hizo sus comienzos en una empresa que ya estaba haciendo su definitivo cambio. La falta de ventilación hacía que el lugar no oliera bien. El equipaje, el conductor lo subía arriba por medio de unas escaleras exteriores que tenían aquellos coches por la parte de atrás.
En tiempos de siegas y fiestas había pasajeros que tenían que ir de pie y otros sentados arriba de la baca si no querían esperar al día siguiente. Contaban por aquella época que- esto aconteció en un lugar no determinado- “un viajero que iba en la baca, en una tormenta se metió dentro de un ataúd que iba como equipaje, al subir otro viajero sacó la mano a ver si llovía...”
El final ya te lo dejo a ti, amable lector, para que cuando lo cuentes, lo hagas a tu gusto.
-Literatura on-line, en estado de conectividad, fuera de este estado y si te encuentras encima de la baca las reacciones de cada uno, son ya de consecuencias imprevisibles.
CON EL TIEMPO LAS COCHERAS
-Comienza ya otro cantar-.
Con el tiempo las cocheras /Se fueron a otro lugar.
Quienes volvieron de fuera / A unos gusta recordar.
Otros,
"haigas" de primera.
Y no vuelven...
ni a pisar.
LA VUELTA A CASA
Para salir.
¿Estás cuerdo?
¡Qué maldita emigración!
Para volver.
El recuerdo.
¿No te agrada esta canción?
Puede ser....
Pero me pierdo.
Si fue maldita o bendita.
Cada cual...
Su condición.
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