LA IMAGINACIÓN Y LA MEMORIA SE PONEN EN MARCHA
¡Qué suerte- también según se vea…- poder ponerse en marcha con esas facultades
mentales! Sin moverse de la silla, haciendo transbordos neuronales, durmiendo en hoteles al aire
libre de todas las estrellas, del calorcillo tan temperamental y gratificante de la autónoma comunidad andaluza.
Vía la Plata subimos un poquito más
arriba, al centro de la península.
Salimos del campo charro y vamos camino
de la serranía salamanquina. Pasamos por Vecinos, Tamames, el Cabaco,…Nuestro
vehículo, el patinete bolígrafo.
Atrás queda, la encina. Esos amplios
campos de encinares donde la liebre sorpredida
salta, corre y se esconde, entre matojos
de tomillos.
Lejos se oye el zumbido de un tractor
agrícola. Y voces lejanas acompañadas de ladridos de canes y exigentes mugidos.
Comienzan los robledales y los invasivos
pinares que le han quitado el sitio al nogal y al castaño y que secan los
canalillos y regaderas que humedecían los caminos, y que regaban los huertecillos cercanos de los
pequeños pueblecitos.
Hoy algunos de ellos se van haciendo
casi ciudades, caso de Tamames.
Helechos , y bajos matorrales invadidos
también por más helechos, nos acerca a estos pueblos de siempre de la sierra
que está continuamente castigando la emigración; vacíos en invierno y tan
solicitados en verano, que tienen que adaptarse a sus menguados servicios de
momento.
Así surgen estas nuevas y pequeñas poblaciones de calles estrechas y tortuosas que se van
alargando más al cielo; fuentes cantarinas no aptas para la bebida y
acompañadas
de las mismas avispas de toda la vida.
Fuentes públicas fresquitas, socorridas para el momentáneo lavado de cara del
sudor veraniego.
Caserones con telefonillo ya incluido y
viejos corredores de madera entre cal, pintura y barro y móviles y tabletas que
te ponen al día y la mente al juego.
Vamos camino de la Peña. Aquí la Peña es
la de Francia, la de Roldán, Garzones, Guinandos,…Y últimas huestes de Don
Rodrigo.
No es preciso preguntar a nadie por ella
y si lo haces te van a contestar riendo: ¡Vela, ahí la tienes! Nunca la tendrás
de espalda no siendo que las hayas pasado.
¿Oiga el mejor camino para subir a la
Peña de Francia?...Sigan este que traen sin perder las señales.
El hombre se lleva la mano a la boca y sonríe.
Con el palo detiene la curiosidad olorosa de sus perros Y nos pregunta: no es
por ser muy curioso ¿Vienen de muy lejos? Satisfecha su curiosidad nos habla
del Paso Los Lobos, de Salto del Niño, de Simón Vela, de la moza Santa de
Sequeros,…
Y al final…señales, montañas, sudores,
agua de cantimplora y “to p´alante” y luego “to, to,y to p´arriba” Y nos vamos con el “to”
tan característico de Salamanca a La Peña de Francia.
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