UNA PORTERA
No
hace falta tener materiales ni medios muy sofisticados. Aprovechando el tronco
del arbolito que se secó y unas piedras
en vertical ha surgido esta curiosa portera. Al otro lado de la
pared que se cae a pisadas por el afán
de subirla de una forma más cómoda, se deja descansar un palo seco, largo y en
horizontal. La vaca ya no se sale, ni el burro o el caballo… y la gente
acostumbrada a andar como Pedro por su casa se va a enterar de que el que entre
a buscar peras lo va a hacer en un terreno que tiene dueño.
En la finca de al lado los postes de granito
sostienen una alambrada muy bien montada, denota algo más.
El
cochecito del fondo posiblemente está dentro de otra finca.
Más
este trocito de terreno que guarda la portera es un
bonito espacio natural, no faltan las
cañibetas secas y amarillentas que ya no sirven como casa de gusanos para su
resguardo, pero si están esperando que un niño haga con ellas una espada.
Dice
nuestro amigo Peromingo:
Con
un palo, largo y seco
y
dos postes de un madero
carcomido,
cierro un hueco.
Una
portera o un portero.
Cierro
y seguro no peco
Y
evito la tentación
De
entrar a lo facilón.
Siempre
queda un recoveco
Por
si urge la ocasión
De
librarse de un rebeco
O
de un toro renegón.
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