LOS ALEROS DE LAS CALLES DE LA ALBERCA
-“Las fachadas suben escalonadas y los
balcones y aleros se asoman a la calle, hasta casi tocarse”-
¡Mira
ves..!, ¡Tocan el cielo!
Decían los niños albercanos de los años
cincuenta del siglo pasado, viendo los
aleros de los tejados de las estrechas calles de su pueblo! ¡Tocan el cielo! ¡Qué bonita expresión viendo
las calamidades que sufrían a causa de las cercanas consecuencias de una guerra
absurda que lo único que había traído era, hambre, miseria y emigración.
¡Tocan el cielo!
Y en verdad, que vistos desde abajo,
desde la mismísima altura de un niño, tocaban el cielo y apenas dejaban pasar
el sol.
Hoy los modernos materiales de
construcción, han abierto espacios, modernizando estancias y se ve más amplio
el cielo para disgusto de artistas y pintores. Aunque en algunas calles se ven
todavía tejados casi tan hermanados que
sus aleros aún dejan pasar muy poca luz
en determinados momentos.
No obstante la cercanía de una parte a
otra de la calle acerca tanto a algunas ventaninas que las noticias y conversaciones corren de un
lado a otro sin necesidad ya de alguacil o pregonero que las difunda.
Los aleros para los días de lluvia
favorecen el transitar por las calles y sólo es preciso ir salvando canalones
como una especie de juego en Zigzag y de portalito en portalito. Y en tiempos
de calor la mayoría de ellos cubren la mitad de los poyetes de la calle, bien
para sentarse o auparse mejor a las caballerías.
Saliéndonos por adivinanzas, el
siguiente acróstico nos descubre esta palabra tan característica de nuestro
pueblo. La primera letra de cada verso
de la izquierda unida a las de abajo nos
descubren el vocablo anteriormente tratado:
Alas son de los tejados.
Leales a sus fachadas.
Estrategias de adosados.
Recubren, no haya caladas
O se dañen balaustradas.
Son escudo de “sobrados”.
Son escudo de “sobrados”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario