HISTORIAS PARA DESPUÉS DE LAS FIESTAS DE
AGOSTO--
CON CUENTOS QUE TE CUENTAN.
Y cuentas. Porque el caso curioso es… de
aquel famoso toro que se escapó y que decían que los de La Alberca habían
espantado a los de la capea del toro del Soto.
¿Qué había sucedido? Había personas que
decían que después de espantarse hubo algunos
mozos caritativos que se lo llevaron a la cuadra de Pichuliqui y allí lo
tuvieron hasta que vinieron a recogerlo en un camión. Otros relatan que el toro
anduvo suelto por el monte más de tres meses, escondido entre la frondosidad
oscura de los grandísimos nogales y castaños
de la década de finales de los cincuenta.
“¿Has oído, ese pisar de las hojas? …A mi me parece un tanto extraño…?”
Decían que así llegaba y se aparecía hasta
al más pintado. “La carrerilla que te dabas, no parabas hasta llegar al
Barrionuevo”
“¡El toro!, que se m´aparecío el toro
del Soto.” La señal de los dedos retorcidos en la frente, era suficiente para
pasar de la tomadura de pelo a calificar al recién llegado. Basta verle la
parte de atrás de sus pantalones para calificar el acto.
Sin duda alguna que el animalillo ya
habrá desaparecido. Pero…¿Por qué tanto miedo y precaución? Hay quienes no pasan de San Antonio para
adelante si no van acompañadas, o con el palo correspondiente.
Será porque queda un algo, nos dicen
ciertas personas, que cuando van solas por el Ortigal les entra una pequeña
sensacioncilla de carne de gallina.
El fenómeno es para analizarlo, sobre
todo en estos días que se hacen comidas y reuniones, por parte de los de fuera
del pueblo que pueden acudir. Y gustan de escuchar y relatar casos curiosos de
juventud.
Habrá quien sabrá más de esta historia y
se la calla, esperemos que no sea así y nos aporten un algo más provechoso que
una simple noticia sensacionalista para aumentar los seguidores de esas redes
sociales que solo buscan engancharte como cliente.
Nosotros recogemos y entregamos a
nuestros seguidores sin publicidad, ni ningún tipo de aportación, simplemente
con el placer de vivir y recordar nuestras propias vivencias.
Y cuando hemos podido ir a las Casitas
del Huerto de Juana, más de una vez le hemos dicho a la mujer: “¿Has oído? ¿No
será el toro del Soto que se escapó? A ella no le da canguelo porque si hubiera
nacido en la calle del Tablado como yo, ya te diría yo a ti, moreno o morena
que me lees. Eso sí, cuando ladraban los perros de Telesforo, por la noche es
que algo raro escuchaban…
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