LAS PENAS DE LA PUEBLA VACIADA
¡Qué pena que
tengan que exhibir…! Castillos. Palacios. Calles. Rincones. Plazas.,…
Totalmente
vacías. Sin gallinas, vacas, caballos. Hombres montados en su burrito con la
azada a la espalda y el perrillo que inquieta las patas de la yegua,… El mulo
solía responder.
¡Qué pena de
esas fotos que muestran tristes caserones que no tienen ropa que secar!
Calles vacías.
Tejados sin un resquicio de humo. Rincones sin niños, ni siquiera la pelota
perdida; ni el gato que huye de la cámara; o la persona mayor que va
desarreglada al comercio y que pilla in
“al vis” el atrevido fotógrafo.
Los de la ciudad
no comprenden nada. Ni siquiera que la foto que hacen es pura concesión de la
máquina, para que luego presuman del dedo, del singular toque, de la
inclinación del hombro; el objetivo es lo de menos. El retoque como niños de
colegio, coloreando puertas y ventanas desdice lo natural. Y después ponen “bonito”,
como si La Alberca fuera un pueblo de la serranía de Cádiz, olvidando el
término “medieval”, “legendario”,interesante,…
Quienes tengan
pluma, ideas provechosas o eficaces soluciones, que acudan a estos pueblecitos
o manden a la oficina de la gran ciudad sus proyectos de vitalidad,
habitabilidad y mejoras que urgen
solucionar los problemas de las pueblas vaciadas.
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