miércoles, 25 de enero de 2012

EL PODER DE LA TRADICIÓN

EL PODER DE LA TRADICIÓN
 La imagen es entrañable con el gatito en el tejado. Parece como si nos viera, nos observa y está al acecho. Ha saltado por una ventanina al sobrao. Después se estirará de tal manera que cabe justamente entre dos tejas y volverá a la lumbre del hogar, a la lumbre del suelo de la cocina donde tiene su sitio reservado. Pasará a tu lado y te acariciará melosamente con el rabo, se quedará dormido y por culpa de un pisotón o una tonta quemadura soltará un maullido que incitará el fuerte ladrido de un perro.
 El día se ha ido poniendo triste, oscuro, cuando las nevadas vienen por la parte de la Peña de Francia son de temer. Al final de la tarde helará y los carámbanos como cuchillos de hielo alertarán las esquinas de los tejados.
 ¿Saldrá la mujer de las Ánimas?
 ¡Vamos, Quisca echa valor, que no hay que perder la tradición! Un trago es un trago. Samuel prueba con gran maestría sus flautas y entona suavemente el Gerardito,Gerardito,… La calle está tan resbaladiza que Juan Martín en 2004 nos dejó esta hermosa estampa.
 ¿Saldrá la mujer de las Ánimas?
Sin duda, que a su cita no faltará, valientemente, a cuerpo. Y si arrecia la ventisca se arrebujará en su largo, negro y caluroso manto. Pero saldrá. Se escuchará más nítido que nunca el suave golpear de la campanilla. Se cerrará un portón, ladrará un perro, caerá lánguido y entristecido el toque huidizo de una campanada de la torre. Y del fondo de la calle llegará el último toque con el consiguiente lamento:
”¡Y un avemaría, por el amor de Diooooo!”

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