LA CASA DE LA PACHUCA
Aproximadamente medio siglo va de una foto a la otra. Es lógico que nos quedemos con la que está recién acaba hoy, todo un lujo. Pero esta casa de ayer donde vivía la Pachuca y la Canona era un rincón de lo más llamativo para artistas y pintores.
Eran casas de beneficencia, de personas humildes que apenas tenían para comer pero que con una buena lumbre (leña había entonces por todos los sitios), un somier y las nueces, castañas o manzanas que daban los caminos se podía ir mal tirando.
Aquí vivía la Pachuca que la ves en una postal del Osario tocando la campanina. La mujer era muy pequeña y muy buena persona. Tenía una hija que daba a luz a la mayoría de sus hijos por cesáreas y su hermano era Román.
Román era el pastor de las vacas. Se las llevaba a la dehesa y allí el hombre se pasaba sus temporadas.
Recuerdo en una ocasión, cerca de la laguna de San Marcos que le vimos por allí. Don Isidro le alabó sus cualidades pues decían que tenía muy buena puntería y nos lo demostró ¿Ves aquella vaca que se ha separado de las demás? Cogió una piedra y desde lejos ¡allá que la lanzó! Dándole en el cuerno que nos había indicado. ¡Eso era tener puntería!
Con la mano sin honda y solamente al buen ojo que Dios le dio. Acto seguido sacó su merchero de mecha le dio varias sacudidas y encendió un cigarro que quien sabe si era trilita o un producto casero que el mismo se elaboraba.
Cuentan que en una ocasión se apostó en la taberna de Marcos que se comía medio kilo de tocino crudo con vino y sin más. Me creo que ganara la apuesta.
Pero Román tenía un secreto que allí por donde pasaba salían los perros a ladrarle ¿Por qué sería? Creo que fue mi amigo Vicente, que se fue para Francia y no volvía a saber más de él, quien me contó que Román llevaba una correa disecada de piel de perro y que los animalillos por donde pasaba al olerle le ladraban por eso.
Hace unos días en una reciente investigación demostraba como los perros son capaces de detectar a las personas que tienen cáncer de pulmón. Quizás sea un poco atrevido decir que en La Alberca cuando en el campo se escuchaba llorar a un perro la gente decía que estaba indicando la próxima muerte de su dueño o de un familiar.
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