Es una pena que a los encargados de tendidos de electricidad no les den unas normas para que traten de disimular un poco más esos llamativos cajetines de plástico que en algunos lugares afean tanto.
Por lo demás, todo es real y natural hasta el número 81 que también hace historia porque aquella costumbre que tuvimos en tiempos de glorificar nuestra quinta ya ha desaparecido.
A nosotros nos tocó hacer la mili y a los jóvenes de hoy el botellón, porque quieran o no, a los unos les arrastran las costumbres de los otros.
Pero volviendo a nuestra puertina sin más y con todo el sabor medieval que se puede tener os puedo decir que es más auténtica que cualquiera de esos otros capiteles traídos de cercanas ruinas de otra época.
La puertina es un auténtico y real manifestar serrano.
Los cuatro escalones por fuera elevan la vivienda del suelo que al ser calle inclinada la protegen de lluvias y riadas.
Al mismo tiempo sirve para montarse en el burro cuando la persona no llega a subir al mismo. Y para descansar cuando se llega del campo, o pacientemente se quiere coser o charlar con una vecina; es decir, que hace de “hall” de entrada.
La parte de arriba de la puerta está remozada en cal, costumbre muy saludable y artística.
Las columnas y capitel no pueden ser más sencillas sin falsos escudos que traten de disimular creencias no reconocidas.
Siendo La Alberca un lugar frío y de torrenciales aguas cuando en verdad llueve sus bajos de cantería son sólidos y firmes, aprovechando los materiales que tanto abundan por el lugar.
Llama la atención los clavos de cabeza redonda y las cerraduras. Sin embargo, extraña que carezca de gatera que al mismo tiempo servía para meter a un lado la llave de la casa.
En cuanto a sus proporciones son las justas pues los serranos de aquella época eran bajos. El candado si es significativo en la actualidad es posible que no sea viviend ocupada.
El conjunto está tan bien logrado que es admirablemente artístico y singular. Fíjate en el último detalle del tejadillo de piedra que cubre los altos del capitel. Seguro que evitaría al asomarse las desagradables gotas que cuando llueve caen del tejado.
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