LA SOLEMNIDAD EN LA COMPOSTURA
¿Qué mejor compostura se puede tener para la solemnidad de un
acto!
Hay que ofrecer a la Virgen, acompañarla en su procesión.
La capa, la botonadura de oro, el pañuelo enlazado entre la
cabeza y la frente para mostrar que la presencia es de lo más típicamente presentable.
El varal de mayordomo
bien apretado entre la capa y la mano.
Pero es el rostro, su gravedad, seriedad y sentimiento, embebido
en el acto que anima el tamboril, lo más significativo. Tuvimos la suerte de
poder recoger ese momento en el que el
cofrade está recogido en sí mismo, en sus pensamientos.
Seguro que estará pensando en sus antecesores familiares e igual
que el niño del chupete graba en su mente el momento.
Nuestro
personaje manifiesta el recuerdo del ayer, en un instante que él mismo no se lo imagina, que puede haber
sido recogido por nuestra máquina; agradable espontaneidad, sin haberse dado
cuenta.
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